Las espaldas más anchas del mundo

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo EL DERBI

OPINIÓN

Daniel Gonzalez | EFE

13 jun 2025 . Actualizado a las 15:04 h.

Llevábamos un tiempo en el que algo olía a podrido en el PSOE. Finalmente, las alcantarillas han rebosado y nos encontramos con un escándalo mayúsculo que, en condiciones normales, nos llevaría de cabeza a la celebración de nuevas elecciones. Sánchez no tiene derecho a estresar más este país. A su precariedad en el Gobierno debemos unir todos los asuntos judiciales que le rodean y que a pesar de que, según el presidente, todos obedecen a una campaña de la ultraderecha judicial, política y mediática, no hay gigante que aguante tanto peso. Salvo que seas Sánchez, la persona con las espaldas más anchas, no ya de España, sino del mundo.

El líder socialista pretende dar carpetazo al caso Cerdán con una petición de perdón, una auditoría externa y una reestructuración del partido, que no del Gobierno. Es decir, nada de elecciones, nada de dimisiones, como que si tus manos derechas en el partido hayan metido la mano en la caja no mereciera algo más que una palabrería barata.

Alguien que llegó al Gobierno como adalid de la política limpia y azote de una corrupción que le costó el poder al PP no tiene autoridad moral para liquidar este mayúsculo caso de corrupción con tres frases. ¿Qué dirán ahora sus compañeros de viaje en esta legislatura? ¿Cómo lo justificará el digno PNV, quien en su día apuñaló a Rajoy en aras de una gobernanza honesta? ¿Seguirá votando la ERC de Rufián, que tanto desdeña la honradez de la derecha, con los socialistas?

La situación, sin duda, es insostenible. Pero tanto para el Gobierno de Sánchez como para el propio Partido Socialista Obrero Español. Y este es un doble problema para España. Lo del Ejecutivo tendría una posible solución con la convocatoria de elecciones generales, donde veríamos la respuesta de los ciudadanos a todo lo que ha trascendido en los últimos tiempos. Pero el agujero en el que está metiendo Sánchez al PSOE es tremendo. Cruzó todas las líneas rojas que prometió que nunca iba a cruzar, eliminó casi toda la disidencia interna hasta dejar a un partido tradicionalmente con mucho músculo intelectual, de pensamiento y de libre opinión, en una formación política en la que el debate de ideas se ha ido por un sumidero del que apenas se libra Emiliano García-Page. El PSOE está en peligro de pasar de ser un partido sistémico a uno más de un grupo atrabiliario de formaciones políticas que actúan cual perro del hortelano, ni gobiernan ni dejan gobernar.

El PSOE es un partido necesario en España, una formación de izquierda moderada que ha sido el grupo que durante más tiempo ha liderado este país. A lo largo de su historia en diferentes gobiernos ha obtenido hitos que incluso han sido reconocidos desde la mismísima derecha. Pero todo ese caudal puede irse a pique por un señor que se ha puesto a sí mismo en el centro de las prioridades. Ha fomentado el culto a su personalidad muy por encima del culto a España. Y eso lo vimos ayer claramente en su triste intervención, donde apareció como una víctima sin responsabilidades sobre el hecho relevante de que las personas de su mayor confianza hayan robado aprovechándose de su posición.