
Como san Pablo, he sido cegado por la luz divina. He caído del caballo. Soy otro, por fortuna. Desde el 2014 he seguido la línea equivocada. He intentado argumentar, razonar, pero siempre en la misma dirección: criticando a nuestro admirable presidente. Hace una semana se produjo en mí la metempsicosis platónica. Mi alma ha partido hacia otra alma nueva. En verdad, no sé ni cómo sucedió. Solo recuerdo un resplandor, en aquella tarde calurosa de lunes, que entró por la ventana. Una centella, intensísima. Nuestro admirable presidente hablaba con ímpetu desde el televisor. Lo miraba. No era el mismo de cuatro días atrás, tan abatido. Volvía a ser el hombre que llevará el timón (eso dijo) de la Armada Invencible española (lo de la armada es cosa mía). Invencible no, disculpen. La Invencible naufragó, pero España, con nuestro Gobierno de progreso, no naufragará jamás. Él insistió: el PSOE es una organización limpia, limpia. Eso de «limpia, limpia» lo repitió mirando a los ojos de los periodistas que estaban convocados a las dos de la tarde y que probablemente no habían comido. Y ahí el resplandor se encrespó, erizándose argénteo por toda la estancia. Ese fue el momento. Dijo: «Son las cinco y no he comido». Supe entonces que me había equivocado durante más de diez años criticándolo. Once. Bendito sea aquel 2014 en que ganó las primarias honestamente. Qué son dos votos entre 17.000 que obtuvo («Mete dos votos sin que te vea nadie», dijo Cerdán; y Koldo respondió «ya está»). Dos votos no son nada. Está sobradamente demostrado que la organización que nuestro admirable presidente dirige es «limpia, limpia». Yo diría, incluso, que es inmaculada. Y por eso quiero pedir perdón por estos once años errados. Cuánto lo siento. Aunque bien sé que a las páginas de La Voz no se viene a pedir perdón. Como no se va al Congreso a pedirlo, sino a dar explicaciones, rendir cuentas y asumir responsabilidades. Eso dijo nuestro admirable presidente a Mariano Rajoy en octubre del 2014. El año en que comencé a equivocarme. Y permanecí equivocado hasta el lunes pasado.
Yo me enteré ese día de todos mis yerros pretéritos. Igual que nuestro admirable presidente se enteró en lel jueves de la felonía de Santos Cerdán. Cuánta perfidia hay en la política. En siete años, sus manos derechas fueros dos traidores. Siete años y usted sin saberlo. Pobre admirable presidente. Y Ábalos, qué zafio y machista, admirable presidente. Él, que había dicho que el feminismo está en el ADN del PSOE. Por eso cuando salió lo de sus concubinas colocadas en empresas públicas (antes de los audios) sus feministas callaron. Me extrañó. Pero no hay que empeñarse en hacer de la anécdota una categoría. Qué gran frase, admirable presidente. Como todas las suyas. Dejo el artículo y me pongo, genuflexo, a su disposición. Fin. Son las cinco y no he comido.