
Su nombramiento como secretario de Defensa del segundo mandato de Donald Trump sorprendió a propios y extraños. Sin embargo, a la vista de cómo se han desarrollado los primeros seis meses de la presidencia Trump está claro por qué fue elegido para el cargo. Se graduó con honores en la Universidad de Princeton y también es un oficial de infantería galardonado. En el 2014 se unió como comentarista a la cadena de televisión Fox, para, dos años después, convertirse en presentador de un programa de máxima audiencia.
Hasta aquí un recorrido profesional bastante completo para alguien con aspiraciones políticas. No habiendo obtenido el escaño como senador de Minnesota para el que se postuló sin éxito en el 2012, y tras apoyar primero a Marco Rubio y luego a Ted Cruz en las primarias republicanas del 2016, con posterioridad se vinculó decididamente a Donald Trump, lo que le ha valido acceder a uno de los cargos más importantes en la Administración norteamericana.
No obstante, Pete Hegseth, tiene un pasado que puede clasificarse de controvertido, como poco. No solo su historial sentimental es de los que darían para el guion de una telenovela, incluyendo una supuesta agresión sexual en el 2017, solventada con el pago de una cantidad económica nunca desvelada, sino que también pende sobre él la sombra de manejo de fondos públicos poco ortodoxa. Antecedentes que, por cierto, comparte con su superior jerárquico.
Este personaje, maneja muy hábilmente la oratoria, aunque sus discursos son panegíricos típicos de estados dictatoriales con culto al líder. Su loa al liderazgo de Trump a la hora de decidir y dirigir el ataque estadounidense a las centrales nucleares de Irán y el supuesto éxito arrollador del mismo provoca náuseas. Su agresiva defensa sobre el éxito de esta campaña, pese a los informes que ponen en duda la obliteración de todo el programa nuclear iraní ante la falta de inspección sobre el terreno, evidencian un carácter violento, apenas si contenido con la apariencia de firmeza.
Si el humor cambiante y la falta de peso político de Trump resultan preocupantes, la existencia de secuaces tan extremistas en su ideología, aduladores hasta el vómito y de encolerizado discurso para arremeter contra todo aquel que le cuestiona, recuerdan a las tiranías que tanto ha costado eliminar en el mundo occidental. Sin duda, es un personaje al que hay que vigilar.