El esperpento del Nobel para Trump

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

09 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

D esde su puesta en marcha en 1901, el Comité Noruego del Nobel ha premiado a personas de muy diferente perfil por sus actividades en pro de la paz. Entre los galardonados con el premio nobel de la paz se encuentran personajes tan ilustres como Jean Henri Dunant, por su papel en la creación de la Cruz Roja Internacional; Woodrow Wilson, presidente de los EE.UU. y creador de la Sociedad o Liga de las Naciones (antecesora de la actual ONU); la madre Teresa de Calcuta; Aung San Suu kyi la luchadora por los derechos humanos en Myanmar; Nelson Mandela por su trabajo contra el apartheid en Sudáfrica; Malala Yousafzai luchadora por el derecho a la educación de los niños en Pakistán o Nadia Murad, la yazidi por su lucha contra la violencia sexual en los conflictos.

Si durante más de siete décadas los ganadores eran varones o instituciones, con la rara excepción de Bertha von Sutner, quien obtuvo la mención en 1905, a partir de 1976, las mujeres empezaron a ser consideradas como candidatas e incluso premiadas con su otorgamiento a las fundadoras del movimiento por la paz en Irlanda del Norte, Betty Williams y Mairead Cornigan, lo que fue colocando a este reconocimiento en el ámbito de la igualdad social. Algunos de los premios fueron contestados por el evidente cariz político de sus beneficiaros, siendo quizás el más controvertido, en lo que va de siglo, el concedido a Barak Obama. Pero, por regla general, los galardonados son personajes que han trabajado para acabar con lacras como las armas nucleares, la violencia en todas sus facetas, o han luchado toda su vida para velar por la protección de los más desfavorecidos. Causas nobles que debieran de servir de ejemplo para toda la sociedad.

Puede que el anuncio del primer ministro Benjamín Netanyahu, que su país propondría al presidente Donald Trump para el premio Nobel de la paz no nos haya sorprendido demasiado. De sobra es conocida la aspiración del residente de la Casa Blanca, sin embargo, sí resulta chocante que la propuesta se haga cuando apenas si lleva seis meses en el cargo y, además no ha logrado nada efectivo para lograr la paz salvo aparecer constantemente en todos los medios de comunicación. El israelí quiere agradecer así públicamente el apoyo decidido del norteamericano, sabe que es un gesto que agrandará su ego, pero no tendrá repercusiones más allá de considerarlo un insulto a las conciencias, porque quien lo propone tiene las manos tan manchadas de sangre, y a continuación habla de acorralar a los palestinos en un macro campamento en Rafah.