
El ¡shhhh! de la bibliotecaria
Mi nombre es Tamara Rodríguez Yuste, soy graduada en Educación Infantil, máster en Innovación Educativa y doctoranda en Educación por la Universidade da Coruña. Escribo esta carta a la Voz de Galicia para pedir ayuda ante una situación injusta y terrible para la infancia.
Ayer por la mañana fui a la sección infantil de la biblioteca con mi hijo a leerle cuentos, ya que creo importante favorecer el hábito lector desde edades tempranas. Estábamos sentados tranquilamente en un círculo con colchonetas para bebés habilitado en una zona. Yo señalaba una vaca y mi hijo hacia el sonido, o le iba describiendo lo que sucedía en el cuento, de forma pausada y tranquila. Pese a que la biblioteca estaba totalmente vacía, cosa que me sorprendió al entrar ya que estaba lloviendo, son vacaciones y el espacio y los libros están genial. La bibliotecaria, llamada Noelia, mandó silencio múltiples veces, pero en ningún momento me di por aludida ya que estábamos sentados leyendo en voz baja... Al cabo de un rato se acercó a nosotros y nos invitó a marcharnos. Contrariada le pregunté qué habíamos hecho, y me explicó que a menos que estuviéramos en total silencio debíamos irnos. Le dije que mi hijo de 18 meses no sabía leer y que no le podía pedir que estuviera en completo silencio; me contestó que ese no era su problema y que si mi hijo hacia cualquier sonido u onomatopeya debíamos irnos. Mi hijo que es muy sociable le decía hola y le tiraba besitos, aunque cualquier ser humano creo que se habría enternecido con la estampa de una mamá leyendo cuentos a su hijo, o un bebé sonriente diciendo alegre hola con la mano. Pero la mirada de Noelia aún se endureció más, nos quito los cuentos y esperó a que nos levantáramos y nos fuéramos.
No me enfadé porque la violencia o la agresividad no es la imagen que quiero darle a mi hijo. Pero mientras agarraba su manita y nos íbamos, se me escaparon un par de lágrimas, no por nosotros sino por todos los niños y niñas a los que habrá echado antes, por todas esas mamás y papas que viendo el mundo en el que vivimos se han cansado de luchar y se han rendido por agotamiento y han optado por las pantallas, pese al daño que hacen.
He llorado porque los niños molestan y están prohibidos incluso en los espacios infantiles, y nos callamos, y no hacemos nada. Y Noelia está feliz. Como la biblioteca está vacía, puede seguir tomando su café y volver a conectarse unas cuantas horas al scroll infinito de Instagram sin que se oiga la voz o la risa de un bebé o de un niño...
Y escribo a este periódico con la última fe y esperanza de que los papás y mamás de mi ciudad inunden esa biblioteca infantil con sus hijos e hijas, y se vuelvan a oír risas, cuentos, besos... en vez del shhhh! de Noelia, que te parte el corazón. Tamara Yuste.
Recortes en Francia
Cuando las barbas de tu vecino veas cortar... Pues eso, Francia ya ha anunciado su intención de reducir el número de funcionarios, convertir dos días festivos en laborables y congelar las pensiones de sus jubilados.
Es muy probable que tarde o temprano las medidas lleguen a España porque todos los excesos se acaban pagando, sobre todo en momentos de ajuste. Marisa García.