Yolanda, dos meses de vacaciones

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Jesús Hellín | EUROPAPRESS

20 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Trabajar en verano tenía que estar penalizado. No solo por la sucesión de olas de calor. Yolanda Díaz, la vicepresidenta del Trabajo de este país, está bien que siga esforzándose en septiembre para reducir la jornada laboral, pero si desea que la quieran debería poner todo su empeño en lograr que el mes de vacaciones de verano se convierta de una vez en dos meses de ocio y vicio. Sé que es un sueño imposible, pero cada año que pasa se hace más difícil alcanzar el oasis en el que te vas a situar por fin en la casilla roja, en la que logras la libertad bajo fianza de tus vacaficciones. Los centros de trabajo se vacían para felicidad de los que están por ejemplo en su turno de julio y para sufrimiento de los que tienen que esperar a agosto. No me quiero ver en la piel de los de septiembre. Los que se quedan en julio notan como su trabajo se multiplica. Solo lo niega el que no lo ha vivido. Hay más faena. Las empresas ven desaparecer parte de su plantilla y los becarios son una solución con aristas, sobre todo para ellos.

 No hace falta añadir que este sufrimiento de enfilar hacia el polígono, hacia la nave en la que permanecerás todo julio, no se paga con dinero. El sol, afuera. Tú, adentro. En fin. El fin. Este desempeño se vuelve más complejo en los innumerables oficios en los que hay guardias. Las guardias de fin de semana eternizan más la duración de las cuatro semanas. Caminas hacia tu objetivo como si este siempre se alejara un poco. Cierto es que en los trabajos vocacionales se sufre menos, pero miente el que no reconozca que la vocación va menguando con los años de servicio. Si eres muy responsable, trabajarás en julio, con treinta grados fuera, con la misma intensidad que en febrero. No te irás ni media hora antes, no solo por si saltan las alarmas de los tornos que nos controlan. Naciste para pringar. Pero esta misión imposible está en la mano de nuestra vicepresidenta del Trabajo. Que haga una encuesta. Seguro que los trabajadores prefieren dos meses de vacaficciones a la reducción de la jornada laboral. Ya sé que estoy mezclando churras con merinas. Pero qué bonito es creer en un mundo mejor. Pienso en el siglo XIX cuando no había ni días libres. Quién se atreve a decir que cualquier tiempo pasado fue mejor. Me quedo con el aire acondicionado de hoy y con los dos meses de vacaciones a los que llegaremos en un futuro. Un mes es muy poco. Pasa volando. Cuando encontraste el hueco en la hamaca toca volver. Y encima no paras de escuchar esos pelmazos que te hablan de la depresión del regreso al trabajo. Depresión es estar corriendo como un hámster en la noria mientras la mitad de tus compañeros te castigan con la epidemia de las redes sociales y los ves al sol en islas paradisíacas y en terrazas de restaurantes estupendos. Ya sé que todo eso es falso, pero queda tan bonito. Yolanda Díaz, anímate. La siguiente batalla: dos meses de vacaciones universales. Así terminamos con las peleas por quiénes se van en julio, quiénes en agosto y quiénes en septiembre.