Oposiciones a Educación

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OPINIÓN

Xoan Rey | EFE

22 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Estamos a finales de julio, la mayoría de la gente está planificando sus vacaciones de una u otra manera, todos excepto tú. Porque tú estás esperando ansiosamente a que salga la maldita nota.

Desde el pasado 21 de junio, más de 20.000 personas se presentaron a las oposiciones de Educación en Galicia. Muchas de ellas saben que su nota no va a ser buena. Algunas están esperando a que salga su resultado para saber si toca verano de fiesta en fiesta o toca verano de funeral.

Y, por fin, salen las notas. Si has superado el proceso te dan la bienvenida a la profesión, aunque no pienses que por haber aprobado eres mejor profesora que otra que aún no haya alcanzado la nota. El momento de demostrar tu valía empieza el 1 de septiembre. El mismo día se da el pistoletazo de salida en todos los centros escolares de Galicia, desde una escuela rural con 10 alumnos, en la que fundamentalmente vas a estar sola, hasta un centro con 500 estudiantes en el que a la mitad de los compañeros no llegarás ni a saber el nombre.

Si no lo has superado, miras tu nota (un 2,3; o un 3,2 o un 1 o un 3,8) y pensarás en el fracaso. Pero tranquila, en ningún caso el suspenso demuestra que seas una mala profesora. Seguro que estudiaste muchísimo, o no, durante un montón de tiempo; de día y de noche, compaginando el trabajo, la familia o ambas cosas. La cuestión es que no lo demostraste de la manera que quería el tribunal de turno. Así de injusto es el sistema. Un sistema manifiestamente mejorable, que en la mayoría de los casos no elige buenos profesores, elige buenos estudiantes con un componente de suerte innegable. Un sistema que en pleno siglo XXI presenta pruebas diferentes para la misma especialidad en sedes con 60 kilómetros de diferencia. Te presentaste en A Coruña y te salió mal, pero, a lo mejor, ese mismo día en Santiago te hubiera salido perfecto. Nada tiene sentido.

En cualquier caso, no te impacientes, seguramente entres en listas de trabajo y más tarde que temprano comenzarás a trabajar. Ahí empezarás a descubrir si este mundo es con el que siempre habías soñado. Antes, no.