¿Crisis económica en Estados Unidos?
OPINIÓN

La economía estadounidense se asemeja a una rana en agua fría que se calienta lentamente: no percibe el peligro hasta que ya es demasiado tarde. En cambio, si se la arrojara directamente al agua hirviendo, saltaría para escapar. Esta metáfora ilustra bien la situación actual de Estados Unidos: algunos indicadores como el empleo, la bolsa o los beneficios empresariales siguen mostrando fortaleza, lo que genera una sensación de seguridad. Sin embargo, bajo esa aparente normalidad, se acumulan presiones crecientes: el debilitamiento del consumo, el déficit público, la pérdida de dinamismo en sectores claves para el empleo, los efectos inflacionarios de los aranceles y el impacto persistente de los tipos de interés elevados.
Es posible evitar una crisis grave, todo dependerá de que en EE.UU. se reconozcan a tiempo las señales de advertencia. La metáfora de la rana recuerda precisamente el peligro de la inacción ante un deterioro gradual: la amenaza no es inmediata ni estridente, pero se intensifica lentamente. La verdadera crisis podría manifestarse como una tormenta sistémica que combine estancamiento económico, erosión democrática y polarización social. Ignorar este riesgo sería, precisamente, permanecer en el agua mientras hierve.
Las políticas radicales y autoritarias del presidente Donald Trump, especialmente en política exterior, han incrementado la incertidumbre. Los aranceles agresivos han alcanzado su nivel más alto desde 1936. En lo que va del 2025, EE.UU. recaudó más de 100.000 millones de dólares por esta vía. Es un 110 % más que en el 2024. Cerca del 55 % de esa recaudación recae en los consumidores estadounidenses, lo que está impulsando la inflación y reduciendo el consumo, especialmente entre los hogares de rentas más bajas. Conforme se vayan agotando las existencias, que se han ido acumulando antes de los aranceles, se prevé una presión inflacionaria mayor.
El índice de indicadores económicos adelantados de EE.UU. publicado el lunes mostró una caída del 0,3 % en junio y un descenso del 2,8 % en la primera mitad del 2025. El PIB se redujo un 0,5 % en el primer trimestre. Los analistas advierten del riesgo de que se produzca un escenario de estanflación. Que se vería potenciado por tipos de interés altos debido a la excesiva deuda pública y a la inflación. La agencia de calificación crediticia Fitch señaló esta semana que el déficit de EE.UU. se situará por encima del 7 % este año y que la deuda llegará al 125 %. ¿Por qué estas elevadas cifras? Por las políticas de gasto público y de recorte de impuestos de Trump.
En lo institucional, Trump ha intensificado la erosión democrática: destituciones masivas, presión sobre la justicia y medios de comunicación y uso discrecional del poder contra los que se oponen a sus medidas. Esta dinámica agrava la polarización y mina su legitimidad, con recortes en salud, educación y migración que aumentan la desigualdad.
Una fragilidad institucional que se evidencia todavía más en dos áreas claves: el ataque a la autonomía de la Reserva Federal y una política comercial errática, que debilita la credibilidad internacional de EE.UU. como socio fiable.
¿Hay motivos para preocuparse? La economía estadounidense atraviesa un deterioro lento y silencioso, con una situación cada vez más delicada. Enfrenta una combinación de riesgos latentes: tensiones sociales, agotamiento fiscal, fragilidad institucional y una política comercial cuyos efectos adversos aún no se han manifestado plenamente. Ignorar estas señales tempranas podría derivar en una crisis no solo económica, sino de carácter sistémico.
Cuando el canciller inglés Tomás Moro acuñó, en el siglo XV, el concepto de utopía —una sociedad ideal e inalcanzable— poco podía sospechar que, seis siglos más tarde, otro anglófono (Trump) podría llevar al mundo a una situación de distopía económica: un escenario contrario al ideal, marcado por desigualdades crecientes y desequilibrios persistentes.