Noelia, Noelia

Pedro Armas
Pedro Armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

Fernando Sánchez | EUROPAPRESS

14 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Esos millennials que se han creído lo de la meritocracia, graduado en una universidad pública, especializado con un máster, accedido a un puesto de trabajo precario, y se permiten criticar a Noelia Núñez, por ser una mujer joven y exitosa, por cobrar 85.000 euros anuales, cuando ellos reciben salarios de mileurista, son unos misóginos, unos machistas envidiosos. Pero, además, son unos clasistas, porque frivolizan sobre la imagen pija de Noelia, sin valorar el ascenso social de esta empoderada chica de barrio, de Fuenlabrada, que supo labrarse su futuro, dedicando al PP una década de sus mejores años (23-33), siendo concejala-portavoz en su ayuntamiento, diputada en la Asamblea de Madrid, diputada en el Congreso y vicesecretaria de Movilización y Reto Digital en la ejecutiva nacional del partido.

Esos individuos que critican a Noelia, porque dijo y escribió, en entrevistas y currículos, que es licenciada en Derecho y Filología Inglesa, tiene el doble grado en Derecho y Ciencias Jurídicas de las Administraciones Públicas y fue docente en la Universidad Francisco Marroquín, cuando de hecho no acabó carrera alguna y no dispone de título alguno, se fijan en lo irrelevante. Lo relevante es que ella misma ha manifestado que «pretende retomar esos estudios» y que dimite de sus cargos por un error intrascendente, no por una falsedad documental. Menos mal que una televisión, a la caza del talento, la ha contratado como tertuliana. Quizá, si retoma y concluye aquellos estudios, pasada la marejada mediática, el PP la acabe recolocando en el puesto que se merece.

Noelia, que se confiesa devota de Aguirre y Ayuso, se declara neoliberal a ultranza. Para una neoliberal convencida, la cultura del esfuerzo y del estudio forman parte del discurso y del argumentario que ha de aplicarse a los demás, pero no a una misma, porque neoliberalismo no implica individualismo, sino apoyo de la familia, sobre todo de la familia política. Noelia estaría encantada viviendo unos añitos más de sueldos públicos, acogida por la familia neoliberal madrileña, que continuaría controlando la capital del Estado a la par que seguiría cargándose el Estado en la capital. Un boomer, que vivió los esfuerzos de la clase media durante el desarrollismo y su expansión con la socialdemocracia, recuerda que Nino Bravo no era un visionario (1972), sino un romántico, que aquella Noelia era otra.