
Se cumplen 80 años del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima (6-8-45), cuyo combustible era Uranio-235, y Nagasaki (9-8-45), con combustible de Plutonio-239. Los lanzamientos dejaron prácticamente arrasadas las ciudades y produjeron la muerte de la mayoría de sus habitantes. El objetivo de estos lanzamientos era conseguir la rendición de Japón, como así fue, y finalizar la Segunda Guerra Mundial.
Hace pocas fechas, XL Semanal publicaba, bajo el título de «Las fotos prohibidas», unas cuantas instantáneas tomadas en los días posteriores al lanzamiento de las bombas. Representan la tremenda realidad de cómo quedaron afectados los escasos supervivientes y el horror gráfico de lo sucedido.
Japón se recuperó de aquella enorme tragedia y decidió usar la energía nuclear pacíficamente para producir electricidad. Es el caso de la central atómica de Fukushima, muy dañada por el tsunami del 2011. Debido a ello, el Gobierno nipón decidió reducir, de manera importante, la dependencia de la energía atómica.
Sin embargo, Japón se reengancha a la energía nuclear (Mercados, La Voz de Galicia, 27-7-25) para reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Se reactivarán los reactores cerrados y se autorizará la construcción de nuevas centrales.
El Gobierno español debería tomar nota del planteamiento de Japón y reconsiderar el absurdo plan de cierre de las centrales nucleares españolas.