¿Música de películas?
La Orquesta Sinfónica de Galicia es una de las mejores de España. Y no merece que su concierto anual en la plaza de María Pita de A Coruña vaya de «música de películas». Es un genero muy menor, adaptado a la acción fílmica, sin la cual resulta ramplón, reiterativo y absurdo. Obviamente conocemos los trazos gruesos de esas músicas, si hemos visto las películas, pero debajo no hay nada.
Mucho más interesante sería ofrecer al público cómo los compositores de estas músicas plagian sin piedad a los músicos de talento. Cómo los rasgueos secos de Tiburón son una copia rigurosa del inicio de La batalla sobre el hielo del Alexander Nevsky, de Prokofiev. Cómo todas las películas de indios y vaqueros traen causa de la Suite escita, del mismo compositor.
Mucho más valioso, igualmente, sería un concierto sobre músicas bien compuestas para otros fines pero utilizadas en películas. Aparecerían Mahler con Muerte en Venecia; Wagner y sus valquirias en Apocalypse Now; el Beethoven de La naranja mecánica... e incluso, saliendo de la vulgaridad, alguna joya olvidada, como esa canción de Sostiene Pereira obra del inmortal Morricone. Larga vida a la sinfónica. El camino no es la ramplonería de las espadas láser. Pablo González de Amezúa. A Coruña.
Cuando no había plásticos
Vivimos rodeados de plásticos: envases, bolsas, botellas… Y parece que no podemos vivir sin ellos. Pero nuestros abuelos lo hicieron sin problema, iban al mercado con su cesta, usaban botellas de vidrio retornables, el pan iba envuelto en papel y los tarros se guardaban para reutilizarlos. Nada se tiraba, todo se aprovechaba. Ahora acumulamos plásticos en océanos y playas, que se convierten en microplásticos y siguen contaminando durante siglos. Y nos intentan vender la idea de «plásticos que contaminan menos», cuando en realidad contaminan igual.
A mí me da una sensación de involución con toda la tecnología y recursos que tenemos, vivimos en este aspecto peor que nuestros abuelos. Ellos, sin campañas verdes, aplicaban en su día a día una auténtica economía circular. Creo que la solución pasa por recuperar parte de esa mentalidad y dejar de depender de un material que nos está costando tan caro. Silvia Fernández RodrÍguez. Lago (Valdoviño).
Cuba
El pueblo cubano no puede más. Está cansado de tanta miseria. Las casas se caen a pedazos, la luz es casi existente, la comida escasea hasta el punto de que los cubanos pasan hambre y la ropa nueva no está al alcance del pueblo. Los jóvenes que protestan contra el poder, en manos de militares, son encarcelados. Pensar que en otros tiempos Cuba disfrutaba de un nivel de vida muy por encima de otros países, incluida España... El pueblo cubano no se merece vivir de esta manera con la pobreza y la represión como protagonista del día a día. Joaquín Gil de la Peña. Cambados.