
El aniversario está resultando difícil de digerir. Ochenta años después del lanzamiento de las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto de 1945, y la declaración de rendición incondicional por parte del emperador de Japón, Hirohito, el 15 de agosto, los países vencedores celebran el fin del más sangriento conflicto armado de la historia de la humanidad homenajeando al puñado de supervivientes que todavía es capaz de asistir a los actos conmemorativos. Por su parte, en Japón se ha recordado a los fallecidos y heridos por los ataques nucleares, así como la devastación ocasionada. La conmemoración del 15 de agosto, el día de la rendición, es también un día de luto y duelo en el país nipón. Pese a que tras la catástrofe, gracias a la directa supervisión de EE.UU., Japón se ha convertido en una moderna democracia y una de las potencias económicas mundiales, en realidad el país nipón nunca ha asumido su responsabilidad de manera clara sobre la violenta ocupación del territorio coreano, donde mantuvo a su población sometida en un régimen de colonización desde 1910 hasta 1945; la de Manchuria, desde 1931 a 1945, o la de Malasia, de 1941 a 1945. Y las relaciones con sus vecinos más inmediatos, a saber, la Federación Rusa, China y Corea del Sur, siempre oscilan entre una tensa calma y la hostilidad contenida.
En un mundo cada vez más globalizado, en el que las noticias viajan a la velocidad de la luz con una interconexión casi inmediata, lo sucedido en el sudeste asiático es objeto de visiones muy contrapuestas, evidenciando la facilidad con la que, dependiendo la perspectiva, se interpretan los acontecimientos históricos. Así, frente al tibio reconocimiento que en países como Gran Bretaña se ha dado a lo largo de los años a los millones de personas que colaboraron en la lucha contra el ejército nipón en todo el sudeste asiático, Japón sigue considerando héroes, no sin controversia, por supuesto, a muchos de los generales que conquistaron grandes extensiones de territorio durante la primera mitad del siglo XX.