Más de lo mismo, pero más

María Pereira López
María Pereira López MIEMBRO DEL EQUIPO DE INVESTIGACIONES POLÍTICAS DE LA UNIVERSIDADE DE SANTIAGO

OPINIÓN

Jesús Hellín | EUROPAPRESS

02 sep 2025 . Actualizado a las 11:41 h.

Pensar que el terraplanismo, la creencia de que la tierra es plana, pueda tener vigencia en nuestros días y mover a miles de personas, además de generar suculentos beneficios para promotores aprovechados, resulta increíble. Los terraplanistas muestran una fe ciega en sus creencias, han construido un relato sobre una conspiración político-científica que serviría de base para sostener la idea de esfericidad de la Tierra.

Lo importante de los adeptos al terraplanismo es que comparten una idea entre ellos que los vincula, los identifica, los convierte en grupo conocedores de una certeza, mientras los demás viven engañados en el mundo que han creado los conspiradores.

No hay ningún Nobel de Física en el movimiento terraplanista; hay interesados, creadores de contenido, aprovechados, déficits de conocimiento y también emocionales, muchos déficits cognitivos y afectivos, en la razón de por qué soy terraplanista.

El mundo de nuestros días genera certezas que cubren nuestros déficits desde las posiciones más insospechadas, y todas esas certezas conforman nuestra razón absoluta, la razón definitiva que hace que el otro esté exento de cualquier base de razón. Mi razón absoluta es el antagonismo de la sinrazón absoluta, para la que no cabe más que la expresión de desprecio y rechazo.

Da igual lo que Pedro Sánchez le ofrezca a Alberto Núñez Feijoo, no se pueden compartir valores con la sinrazón absoluta, solo esperar el error y un nuevo proceso electoral donde la cábala permita formar gobierno. Y por eso no habrá ni un solo punto de encuentro, porque el contacto les hace vulnerables a ambos.

Nadie tiene razón en los incendios, es de esos temas que requieren unidad de acción, de construcción, pero trabajar juntos es imposible, simplemente aceptar la semántica del otro es claudicar. Para conseguir un acuerdo sobre incendios no es necesario usar el término «emergencia climática», pero tampoco cabe rechazar un acuerdo necesario por los términos que se hayan utilizado en él.

No es tiempo de acuerdos, no es tiempo de generar dudas en los electorados, solamente de crear certezas, certezas absolutas que fijen las posiciones de cada cual y la distancia con el otro. Vivimos hundidos en una política de dogmas, en ese barro inflexible que no deja moverse a nadie y que te convierte en traidor por respirar diferente.

Hemos renunciado a pelear por el centro político porque tenemos miedo del avance de los polos, y eso significa jugar más a la cábala de restos de la Ley D'Hondt que a conquistar nuevos electorados. Es un juego vacío en contenido y en propuesta política, basado en el tacticismo del eslogan que ha movido el tablero en los últimos años.

Empieza el curso político, no esperen más que más de lo mismo, pero más, mucho más.