
«El suicidio es la tragedia del silencio: el silencio de quienes sufren pero sienten vergüenza o miedo de hablar, y el silencio de los seres queridos que no saben cómo preguntar» (Nathalie Pauwel). El año pasado hubo 3.846 fallecimientos por autolisis en España, de ellos trescientos en Galicia, siendo la primera causa de muerte en la juventud. Una violencia autodirigida que se caracteriza por la desesperanza en el futuro, la desvinculación con la sociedad y el sufrimiento psicológico: «Las personas con ideas suicidas no desean morir, sino dejar de sufrir» (Lineham). Otro fenómeno parasuicida característico de la juventud son las autolesiones (método para regular las emociones), siendo un caldo de cultivo preparatorio que escalará en el futuro si no se interviene: cada marca en la piel encierra una historia y cada herida silencia un grito de auxilio.
Hoy, la OMS celebra el día internacional de prevención del suicidio. Esta jornada tiene como objetivo concienciar a la población sobre la importancia de la salud mental, reducir el estigma asociado al suicidio y fomentar acciones preventivas eficaces en todos los niveles. La consideración histórica de la autolisis como un crimen, un pecado o una enfermedad mental lastra la ayuda. Además, la simplificación del proceso suicida a la medicalización y despolitización del sufrimiento es un error; hay que pasar del modelo biomédico de evaluación y tratamiento a una concepción más global y psicosocial. Asimismo, la ciencia ha demostrado que el silencio y el ocultamiento individual e institucional del problema no lo resuelve. Un paso adelante este año fue, a nivel nacional, la aprobación del Plan de Prevención del Suicidio, y, a nivel autonómico, la plataforma de automatización robótica de intercambio de datos con la aplicación de la inteligencia artificial, mejorando de esta manera la explotación de los mismos y la coordinación institucional.
El suicidio se puede prevenir y la mejor vacuna para este problema de salud pública es una buena educación para la salud, un estilo personal de vida constructivo y resiliente, un medio social y ambiental salutogénico, y unas políticas administrativas que promuevan el bienestar, la calidad de vida y la ciencia básica y aplicada. Un elemento reciente a tener en cuenta es la influencia de las redes sociales y la inteligencia artificial, un ciberespacio en el que pasamos cada vez más tiempo, y cuyo impacto es cada vez mayor en nuestras vidas, de ahí la importancia de estudiarlo y controlarlo: la tecnología ya no es neutra. «Las palabras pueden ser armas o bálsamos, la forma en que hablamos puede salvar vidas o ponerlas en peligro» (Stephen Fry). Hagámonos portavoces del cambio, promovamos la comprensión y la empatía, y ofrezcamos nuestro apoyo incondicional a aquellos que enfrentan sus propias batallas. Teléfono de ayuda 024, palabras que salvan vidas.