Vuelve el «no a la guerra»

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira SIN COBERTURA

OPINIÓN

Juan Medina | REUTERS

17 sep 2025 . Actualizado a las 10:34 h.

Vaya por delante que nadie en su sano juicio puede estar de acuerdo con la masacre, genocidio para el que lo prefiera, que se perpetra en Gaza desde hace casi dos años. Israel se ha excedido en su derecho a la venganza y en la aplicación de la ley del talión se le ha ido mucho la mano: ya no es ojo por ojo, sino muerte bajo las bombas, por hambre o por cualquier enfermedad imposible de combatir sin medicinas. Que la paz es inexcusable ya no lo dudan más que Netanyahu, los cuatro ultras que lo jalean y Donald Trump, que lo consiente y ampara.

Lo que choca es la hipocresía de un sector de los abajofirmantes habituales españoles, que parecen haber descubierto el drama de Gaza esta misma semana. Incitados, o excitados, desde los púlpitos oficiales hasta por el mismísimo Sánchez, han intentado reflotar a esa izquierda progresista que navega a la deriva en las encuestas entre los incumplimientos de la coalición y la corrupción de la familia presidencial. A la Vuelta a España llegaron dos semanas tarde, justo cuando le tocaba declarar otra vez a Begoña Gómez y cuando se supo que el fiscal general será juzgado por incumplir sus obligaciones.

Pedro Sánchez prometió nueve medidas de impacto inmediato en su habitual comparecencia sin preguntas. Ninguna está en vigor una semana después. Para tapar el enfado del ala más izquierdista del Gobierno por la no aprobación del decreto del embargo de la venta de armas a Israel, nos hemos sacado de la chistera el órdago a Eurovisión junto a Islandia, los Países Bajos y un par de pequeños países más. O Israel o nosotros. Claro que el festival lo patrocina una marca de Tel Aviv, que igual tiene algo más de influencia.

Como decía en su editorial The Times este martes, las maniobras de Sánchez para demonizar a Israel sirven de poco en Gaza. Nuestro resucitado clan de la Zeja, o lo que queda de él, se dio cita en la Puerta del Sol madrileña para repetir unos mantras que, como todo, son opinables. Ninguno se acordó de que Hamás es una organización terrorista así declarada en toda Europa. Y que la primera piedra, a traición, salió desde la Franja. Que todavía hay dos o tres decenas de rehenes vivos y escuálidos entre los túneles de la devastada Franja. Es cierto que nada justifica 65.000 muertes y la hambruna de otros muchos. Pero son esos 2,5 millones de palestinos los que la milicia que les desgobernaba utiliza como escudos humanos.

Apoyar al débil está bien, pero echo de menos que nuestro vanguardista Gobierno rompa relaciones con Marruecos por oprimir a los saharauis. O con China, que mete en la cárcel a los disidentes o reeduca a los uigures y tibetanos. O con la Venezuela de Maduro, que tiene en prisión a más de un millar de presos políticos entre los que hay que varios españoles. Del respeto a los derechos humanos en Arabia Saudí, Cuba o Nicaragua ya hablamos otro día. Como de las coincidencias de la postura de España con el conflicto en función de las incidencias judiciales de Sánchez. Digamos no a todas las guerras, al sufrimiento de los civiles y, de paso, a la hipocresía. Paz para Palestina.