La evolución puede desafiar al tiempo. Así comienza, con frase categórica, un documental fascinante: Revisando la teoría de la evolución. Es recomendable no solo para los aficionados a la biología evolutiva, la ecología o el medio ambiente, sino que puede resultar muy útil para aquellos que seguimos, con estupor pero también con afecto, la actualidad política. La evolución es más compleja y rápida, acelerada, que aquella que teorizó Charles Darwin. La evolución, en el presente, quizá requiera una revisión. Los científicos están en ello. Y este documental, dirigido por Elena Sender y Luc Marescot, ofrece pistas elocuentes. Sus enseñanzas son múltiples; sus sorpresas, también. Me quedo con la primera que ofrece la película: un sapo originario de América del Sur e introducido en Australia por agrónomos para combatir los parásitos de la caña de azúcar acabo convirtiéndose en poco tiempo en uno de los sapos más veloces y grandes del mundo. En el documental lo denominan el «Usain Bolt de los anfibios». Mientras un sapo normal recorre aproximadamente doscientos metros diarios, el sapo Usain —llamémoslo así— es capaz de ventilarse un kilómetro. Posee otras cualidades, pero las voy a obviar para no convertir una columna política en un atisbo, poco eficiente, de la teoría de la evolución.
¿Qué tiene esto que ver con el asunto (la política) de esta columna? Intentaré explicarlo. Desde la moción de censura del 2018 hemos presenciado, eso creo, la mayor evolución política de nuestra historia democrática. En primer lugar, por el mero hecho de que aquella fue la única moción triunfante en España. Todo un logro evolutivo para los políticos que lograron trenzarla. Pero eso no ha sido lo más impactante. El impacto es posterior. Si el lector recuerda lo que ha sucedido en el lapso de siete años y pocos meses, se sorprenderá. Los Presupuestos, que deben ser, por mandato constitucional, presentados al menos tres meses antes de la finalización del año, han dejado de ser relevantes. Si antes de la moción no se aprobaban, había que convocar elecciones. La evolución, sin embargo, nos enseña lo contrario. Sobre la amnistía, indultos y otros contenidos de los que he hablado en varias ocasiones, enmudezco. Nosotros, como el superanfibio, logramos una mutación prodigiosa. También hemos pasado de solicitar dimisiones ante el mero hecho de una imputación, a ser procesado y que no dimita nadie. Del España nos roba, al nos roba Madrid. Del mejor tren del mundo, al tren de Óscar Puente. De la España vaciada, hablando de tren, a la España a la que le quitan servicios ferroviarios (en el Ourense rural y en Sanabria lo saben). De la España de las autonomías bien financiadas a la golosa financiación de Cataluña. En realidad, nosotros mutamos de modo más célere que el sapo de caña. Imagino que el próximo documental que me subyugue tratará de los cangrejos. Quizá tengamos que aprender a caminar de lado. O hacia atrás.