Han pasado 738 días, con sus noches. Es el tiempo que han estado presos los rehenes de Hamás en territorio palestino. Territorio palestino por llamarlo algo. Dos mil son los prisioneros que han salido de las cárceles de Israel, en la dirección contraria. 250 de ellos estaban condenados a cadenas perpetuas. Las imágenes son mucho más amables que las que hemos tenido que soportar durante dos años. Todo empezó con asesinatos sin piedad y todo ha seguido con asesinatos sin piedad a gran escala. Si Obama hubiese logrado la paz estaría canonizado. Por cierto, ¿dónde está el papa? Francisco no hubiese dejado pasar una oportunidad como esta para figurar de alguna manera en el acuerdo. Como el tratado de paz lo ha forzado Donald Trump parece que no se le puede felicitar. Dicen los más radicales que Trump forma parte de la guerra. Lo único cierto es que él ha sido el que ha hecho que los tanques de Israel diesen la vuelta.
Volvamos a la tragedia personal. Tú y tu hermano gemelo, por ejemplo; israelíes los dos, de regreso. El abrazo de amor de tu pareja que te espera 738 días después. Cuántas veces en ese tiempo perdió la esperanza. Padres que los reciben con rezos. Todos sabemos que no vuelven los mismos seres que se marcharon. Solo son supervivientes al horror, hombres manchados para siempre por sus pesadillas. Por el camino quedaron muchos. Muchos más del bando palestino. Decenas de miles. Gaza no ha sido derrotada. Ha sido aplastada. Tal vez por eso cedió al acuerdo Netanyahu. No quedaba mucho más que matar. Pero todos preferimos sanar nuestras mentes con los abrazos y los vítores de este lunes que de tantos lunes de destrucción. Las bombas que no cesaron. Y hasta el hambre como un arma de destrucción masiva. Los teóricos de la guerra explican que los acuerdos de paz solo son duraderos cuando uno de los contendientes ha sido masacrado. Por eso Rusia y Ucrania, más o menos, siguen de pie, con la violencia del dron en la palma de la mano. Los expertos en conflictos cuentan que el acuerdo de la Primera Guerra Mundial no fue duradero, por cerrarse en falso. De ahí salieron los extremos: los fascismos y los comunismos. Volvió la batalla en la Segunda Guerra Mundial. En cambio, ese enfrentamiento no se cerró en falso. Alemania y Japón, las bombas atómicas, fueron devastados. Así la paz duró décadas. ¿El acuerdo de paz de Hamás e Israel va a ser duradero? La respuesta es otra pregunta: ¿Israel ha aplastado a Hamás y a los terroristas del yihadismo? A Hamás le ha dado un golpe durísimo. Pero nadie sabe qué harán esos dos mil presos que quedaron en libertad. ¿Dejarán la violencia o volverán a ella con más fuerza que nunca? Las otras formas de yihadismo desaparecerán. Lo dudo. Franco no quiso parar la Guerra Civil y siguió con una represión de décadas movido por una certeza terrible: la única paz que dura es la que se levanta sobre cadáveres. La de un único vencedor. Es duro, pero es así. Volvamos a las imágenes de los abrazos y los gritos de júbilo del lunes 13 de las liberaciones, una jornada, al fin, sin sangre en Gaza.