Nobel de Economía: la fuerza creadora del cambio

Santiago Calvo
Santiago Calvo DOCTOR EN ECONOMÍA

OPINIÓN

ACADEMIA SUECA DE CIENCIAS | EUROPAPRESS

14 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La Academia Sueca ha concedido el Premio Nobel de Economía a Philippe Aghion, Peter Howitt y Joel Mokyr, tres autores que han ayudado a comprender uno de los motores más poderosos del progreso: la innovación. Su trabajo, en distintos planos, converge en una idea esencial: el crecimiento económico sostenido no se impone por decreto ni se planifica desde un despacho, sino que emerge del dinamismo creativo de las personas y las empresas, y de su capacidad para desafiar el statu quo.

Aghion y Howitt, herederos intelectuales de Joseph Schumpeter, reformularon su concepto de «destrucción creativa» dentro de la teoría moderna del crecimiento endógeno. En su modelo, las economías avanzan cuando las innovaciones reemplazan tecnologías y empresas obsoletas. Ese proceso no es siempre cómodo —produce tensiones, desigualdades temporales y sectores que desaparecen—, pero es la condición misma del progreso. Las sociedades que intentan proteger lo viejo en nombre de la estabilidad acaban sacrificando el futuro en el altar del inmovilismo.

Joel Mokyr, por su parte, ha explorado el lado histórico y cultural de esa transformación. En su monumental investigación sobre la Revolución Industrial demostró que el crecimiento moderno no fue un accidente, sino el resultado de una «cultura del progreso» que valoró el conocimiento práctico, la experimentación y la difusión libre de ideas. Donde hubo censura, miedo al fracaso o desprecio por el saber técnico, la prosperidad nunca prendió del todo.

El mensaje que dejan estos tres economistas es tan actual como incómodo: las economías no crecen por proteger empleos, sino por crear nuevos; no avanzan limitando la competencia, sino abriéndose a ella; no prosperan congelando las estructuras, sino permitiendo que los emprendedores las transformen. La destrucción creativa no es una amenaza al bienestar, sino su precondición.

En un mundo que oscila entre la tentación del proteccionismo y la nostalgia por un pasado industrial idealizado, este Nobel recuerda que el crecimiento sostenible exige aceptar la incertidumbre del cambio. Las políticas públicas pueden y deben amortiguar sus costes sociales, pero sin sofocar el impulso innovador que lo hace posible. Aghion, Howitt y Mokyr nos invitan, en definitiva, a mirar el progreso como un proceso abierto, descentralizado y en permanente renovación. En tiempos en que se multiplican las voces que prometen seguridad a cambio de control, su trabajo reivindica la energía transformadora del individuo libre, capaz de generar riqueza al romper moldes, no al obedecerlos.

El Nobel de 2025 no solo celebra a tres economistas, sino una convicción profunda: que el bienestar de las naciones se construye cada día en los talleres, laboratorios y mentes que se atreven a pensar distinto. Y que el verdadero riesgo no es el cambio, sino el miedo a cambiar.