¡Ya están aquí!

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

SANDRA ALONSO

20 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Damas y caballeros, ya está a punto de ejecutarse la amenaza del Halloween y pocos días después, prepárense para la jornada más trascendental del consumismo global; ese día en el que la humanidad se redime de su frugalidad y se entrega a la noble causa de comprar compulsivamente lo que no necesita a un precio que, posiblemente, sea el mismo que tenía hace dos meses: ¡el Black Friday!

Un «viernes negro» que ha evolucionado hasta convertirse en la festividad más esperada por las multinacionales y la más temida por las tarjetas de crédito. Es el solsticio del gasto, la Cuaresma al revés. El advenimiento del gran ahorro. Una promesa tan real como la existencia de unicornios rosas que pagan la factura de la luz.

Observamos con fascinación cómo los minoristas, en un acto de suprema generosidad elevan los precios un 30 % la semana anterior, para poder ofrecer un «descuento» del 25 % el día D. ¡Magia! El consumidor, ese ser racional y analítico, se siente empoderado como un genio de las finanzas porque ha «ahorrado» un dineral en un producto que, francamente, no sabía que existía hasta que vio la etiqueta naranja.

La tradición dicta que, para participar en esta orgía de ofertas, el ciudadano debe comportarse como un depredador en celo. Olvídense de la racionalidad; este es el Día de la Ley del Más Rápido. Si es usted de los que valora su integridad física y mental, evite las tiendas físicas. Ahí, la búsqueda de un televisor con una pulgada extra o un robot aspirador, se convierte en un reality show de supervivencia. Codos, empujones, gritos... todo por un descuento que bien podría haberse aplicado a la terapia que se necesitará después.

En el ámbito digital, el combate es más silencioso, pero igualmente brutal. Miles de almas, sentadas en pijama frente a una pantalla, compiten por el último smartphone agotando existencias en un milisegundo. La satisfacción de obtenerlo es fugaz, pues enseguida llega la angustia del Cyber Monday, donde el ciclo de gasto y arrepentimiento se repite con la perversa puntualidad de un reloj de cuco.

El Black Friday, el Cyber Monday y los aniversarios de todo tipo no son solo un día; es un estado mental. Es la prueba de fuego de nuestra capacidad de convertirnos en zombis frente a una etiqueta que dice «oferta». Es el día en el que la economía se viste de fiesta, y nuestros bolsillos, de luto. Pero no importa, porque hemos comprado ese novedoso electrodoméstico que, con suerte, usaremos tres veces antes de que se convierta en un monumento al «gran ahorro» en un rincón del trastero. ¡Felicidades, consumidores, han ganado la batalla y la sociedad del consumo ha vuelto a ganar la guerra!