«TikTok es el número uno. Las armas cambian con el tiempo. No se puede luchar hoy con espadas o con caballería [...]. Ahora existen otras cosas, como los drones. Pero las armas más importantes son las redes sociales». Quién reflexiona así en voz alta es Benjamin Netanyahu, en un encuentro con influencers en Nueva York.
El primer ministro israelí confirmaba un secreto a voces. El otro gran frente de la guerra en Oriente Medio es la de la propaganda en plataformas como la citada TikTok o X. «Tenemos que hablar con Elon (Musk), no es un enemigo, es un amigo», dijo.
Netanyahu está intentando por tierra, mar y aire que los algoritmos privilegien narrativas favorables a sus intereses. Gastando millones. También para inundar la web de contenido afín y poder influir en las respuestas que hacen los chatbots a los usuarios.
Es una práctica cada vez más frecuente, sobre todo en los más jóvenes. No buscan en internet, preguntan a los asistentes de IA. Estos fallan con frecuencia, sobre todo desde que pueden buscar en internet. Y sus respuestas no son neutras. No son guardianes de la verdad. Las redes, menos aún. Fíjense en la batalla por quedarse con TikTok en Estados Unidos. Donald Trump, que saca muchos votos ahí, quiere que siga siendo un arma, y que esté a su servicio.