La semana empezó con un nuevo alto el fuego en un conflicto, el de Tailandia y Camboya, bajo la atenta mirada —el palo y la zanahoria— de Trump. Antesala de su visita a Japón y a Corea del Sur, donde se espera el encuentro con Xi Jinping, previsto en el marco del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC).
En Kuala Lumpur, además de ese nuevo hito en su búsqueda del Nobel de la Paz, Trump mantuvo un encuentro bilateral con el presidente de Brasil, Lula da Silva. Encuentro que, de acuerdo a ambas partes, fue de gran provecho. Se alejaba así la condena por golpista a Bolsonaro y un arancel de un 50 % impuesto por Trump como respuesta, por más que en Kuala Lumpur se explicitara otro motivo de mayor interés: «Sería beneficioso para Brasil convertirnos en su principal socio comercial en vez de China», en palabras de Marco Rubio. Una cita, la de China, que deja entrever los intereses de Trump en su escalada de aranceles. Escalada respondida con un control sobre las ventas y exportaciones, embargadas a EE.UU., de los minerales estratégicos, incluidas las tierras raras, donde la posición de dominio de China, con el 70 % de sus extracciones y el 90 % de su procesado, somete la economía americana y europea.
Y es desde esta perspectiva donde se encuentra otra razón para comprender los abruptos movimientos de Trump y su Administración, no solo en relación a Argentina, sino a toda la América Latina. También el eje principal de su actual negociación con China, en la que persigue que Pekín posponga los controles sobre las tierras raras y otros minerales. Minerales estratégicos de los que EE.UU. es deficitario, como las tierras raras o el coltán, wolfram, titanio, cobalto, cobre, litio, níquel o aluminio. Limitadas las posiciones de dominio de los EE.UU. en el África subsahariana, además de sus anhelos sobre Groenlandia y el Ártico, necesita los recursos de Latinoamérica. Desde esta perspectiva se comprenden mejor las agresivas posiciones de Trump en relación a Venezuela y también a la Colombia de Petro, o al cobre chileno y las relativas al Brasil de Lula —incluyendo a los jueces del Supremo—, y la participación decisiva en la campaña de Milei, con una inversión prometida de 40.000 millones de dólares para embridar la inflación y la divisa, al parecer sin rescatar a Argentina, obteniendo un triunfo arrollador. Una Argentina con mercado en China para su producción agraria.
Latinoamérica, gigante en recursos minerales, es un centro minero de relevancia mundial, donde con el triángulo del litio (Argentina, Bolivia, Chile, está el cobre chileno y peruano, las tierras raras y el coltán de Brasil o Perú, o el cobalto de Colombia y Bolivia. Y en ello se asienta una de las estrategias de Trump para mejorar su posición frente a la dependencia de China en minerales estratégicos. «Nos enfocamos mucho en América del Sur y estamos logrando un gran control allí en muchos sentidos, incluyendo el hecho de que no queremos sus drogas». Tal es lo que dijo.