Yo con la gente de Junts no iría a ninguna parte. Hablo de política, obviamente, porque estoy seguro de que, como en todas partes, hay gente magnífica y menos magnífica. Pero en política, cualquiera de sus votos me sobraría. Dicen que cortan con Sánchez, incluso llegan a insultarle, y le ponen una votación delante (sobre las nucleares) y le dan el sí a Sánchez. El sí ha sido una abstención, pero no importa. Lo relevante es que los que hace unos días renegaban de Sánchez y afirmaban con contundencia que la legislatura se había acabado, vuelven al redil de la llamada «mayoría progresista». Es una falacia. Un engaño supremo. Pero uno ya no da pábulo a las especulaciones ideológicas. El PSOE de Sánchez es un partido émulo de la teoría política de Chantal Mouffe y Ernesto Laclau. Un populismo de izquierdas. Y Junts, la antigua Convergencia, algo similar pero hacia la derecha (como el PNV). Todo es progresismo. Caerán los gobiernos y los pueblos se gobernarán mediante asambleas celebradas en plaza pública. Eso es lo que vale. Lo demás, vanidad de vanidades. Para qué se quiere la democracia pudiendo votar en la plaza. Para nada. La democracia es un abuso de la estadística, decía Borges.
Eso es lo que piensa Junts en estos tiempos crepusculares de su existencia. Para ellos la democracia es que siete diputados puedan condicionar el futuro y el presente. Yo no iría con Junts ni al bar de la esquina. Y si por el albur de los tiempos el Partido Popular, que me parece el más sensato de los que habitan el arco parlamentario, se fuese con Junts de la mano, yo no querría ni ver el azul marino del Partido Popular. A mí Junts me produce sofoco. Su líder, huido de la Justicia, no es un político de notoriedad intelectual. Sus cuadros tampoco me lo parecen. En el año 2023 no han llegado a los cuatrocientos mil votos. Un 1,6% del total de los votos emitidos en España. Y nos manejan. Y se ríen de todos nosotros. Y el presidente del Gobierno se cree un ganador cuando Junts se abstiene en una votación (las nucleares) y le permite esa votación exigua la sonrisa del que siempre vence, aunque solo ha vencido en las elecciones del 2019 (únicamente, creo que no está de más recordarlo).
Con Junts, a ninguna parte. Creo que en el Partido Popular ya han comenzado a digerir este criterio, que no es particular sino que es una opinión que comparten varios politólogos. Hagan lo que hagan, digan lo que digan, el PP debe distanciarse. Y si no se distancia será cómplice del grupo político que ha arruinado el presente y el futuro de España. Ellos juegan su juego. Nada les importa el resto. Mas fondos para Cataluña, menos fondos para el resto. Más autonomía (quieren ser un Estado) para Cataluña, y los demás que se espabilen. Solo pensar que Feijoo sea presidente en una votación que Junts apoye me produce indignación y, por qué no decirlo, un dolor insoportable. ¡Quién puede fiarse de Junts!