Aristóteles entra en la Academia de Platón a los 17 años, y permanece hasta la muerte de su maestro. En el 325 a. C. funda su propia institución dedicada a la filosofía: el Liceo. Es allí donde expone su ética. Los escritos sobre esta temática no responden a la intención de hacer libros; son apuntes que se fueron abriendo paso —señala Pierre Aubenque— entre dificultades y a veces contradicciones, destinados a oyentes críticos que debían incorporar lo discutido a sus propias reflexiones. No serán doctrinas cerradas. sino una invitación al diálogo.
La tensión entre la filosofía de Platón y la de Aristóteles siempre va a estar presente; digamos que librarse de las genialidades del maestro no era fácil, pero el discípulo estaba llamado a crear el otro gran sistema filosófico de la historia, y no podía dejar de ser fiel a su misión; dice: «La amistad y la verdad son ambas estimables, pero es cosa santa honrar más a la verdad».
La ética ha sido desde los primeros filósofos asunto fundamental. Sócrates buscaba la definición del bien para saber cómo ser bueno, creía que la maldad era ignorancia. La respuesta de Platón a este interrogante en parte dará origen al surgimiento de otra disciplina filosófica: la metafísica. Para Emilio Lledó, «la ética de Aristóteles es el primer análisis de lo que podríamos denominar estructura del comportamiento humano».
El bien es aquello a lo que las cosas tienden para realizarse; la felicidad es el fin al que nos orientamos. El ser humano experimentará plenitud en la medida en que logre el desarrollo de todas sus potencias, en particular la racionalidad. La sabiduría, la actividad intelectual y contemplativa es la virtud más alta. Ser bueno moralmente no es solo cuestión de saber qué es el bien; se necesita práctica, adquirir el hábito al repetir acciones buenas. La virtud se halla en el punto medio entre extremos. Por ejemplo, ser valiente será un intermedio entre la temeridad y la cobardía. Es importante la justicia, sobre ella se funda el derecho. Le da gran valor a la amistad, ya que la considera lo más necesario para la vida.
Según Diógenes Laercio, Platón habría dicho: «Aristóteles me ha pateado como los potros a su madre cuando les ha dado a luz». Sin embargo, en Ética a Nicómaco, Aristóteles señala: «El placer se da más bien en la quietud que en el movimiento (...) debido a una especie de vicio (..) la naturaleza tiene necesidad del cambio».
El filósofo que fue capaz en su Física de explicar el cambio en la naturaleza ¿no estará aquí haciendo un reconocimiento a las más profundas intuiciones de Platón? Añade: «No se debe llamar feliz a un hombre mientas vive, sino solo cuando ya ha alcanzado su fin, ya que nada incompleto es feliz, al no ser un todo».
El potro no era malo, solo quería libertad.