Abunda entre algunos estrategas políticos la idea de que Vox solo castiga al Partido Popular. Craso error. He leído que la formación que lidera Santiago Abascal cada vez arrebata más votos al PSOE, incluso a Podemos.
Circulan distintas encuestas que sitúan a Vox en el 18 % de los sufragios. Incluso más. Pero muchos de esos votos no vienen del Partido Popular (PP), sino de la izquierda. Santiago Abascal ha comenzado a arañar el voto obrero y también el voto más joven. Lo cual, en mi opinión, es una desventura. Además, a Sánchez ya no le funciona la cantinela repetida: que viene la ultraderecha. Incluso más, creo que se ha vuelto contraproducente para sus intereses. Cada vez que cita a Vox, hay más voto «cabreado» que se dirige a los de Abascal. Analizar el «cabreo» resultará fácil. Lo que ya no resulta tan sencillo es conocer los motivos por los que un chaval puede votar a Vox. ¿Será por sus opiniones sobre los inmigrantes? ¿Será por su firme decisión de criticar abiertamente a Europa o la pretensión de salirse de la Unión Europea? ¿O por su determinación para eliminar las comunidades autónomas? ¿Quizá es su empeño en negar el maltrato machista y denominarlo, simplemente, violencia? Ignoro el motivo. Lo que no desconozco es la dirección que sigue esta formación política. Situada en un extremo ideológico que, creo, no será beneficioso para el país. España ha vivido sus mejores años con gobiernos de índole centrista, más arrimados a la derecha o a la izquierda. Ese equilibrio propició casi tres lustros provechosos de Felipe González, ocho años de Aznar y una legislatura y media de Rajoy. Zapatero se alejó del centro y propició, tras su mandato, la mayor debacle del PSOE de su historia. Sánchez hizo lo propio y el PSOE ahora se encuentra, rodeado de mugre por todas partes, a las puertas de un nuevo batacazo electoral.
Conclusión: las elecciones que han devenido en provecho para la ciudadanía son aquellas en las que el voto, mayoritariamente, estaba instalado en el centro. Por eso las opciones que quedan en los extremos ideológicos nunca han aportado nada en beneficio de los ciudadanos; muy al contrario, recientemente han significado el adelgazamiento del centro y cesiones ora al independentismo, ora a formaciones como Podemos o Sumar. Por eso considero que el voto a Vox nada ayudará a la prosperidad y florecimiento de España. Porque eso es lo que precisamos ahora: florecer.
La economía que nos pintan es un espejismo. Basta observar el mercado de la vivienda para saber que la economía no es la panacea que perfila la Moncloa. La deuda es abrumadora. El mercado de trabajo, lejos de maquillajes, nos devuelve a la realidad: el paro está a la cabeza de toda la OCDE. Tenemos un 34,8 % de pobreza infantil, según Unicef, la mayor tasa de Europa. Y, por si esto fuera poco, la presunción de feminismo y honradez del actual Gobierno eran quimera. A Vox lo votarán desde el cabreo. Pero Vox, nada arreglará.
El centro derecha aguarda.