Lotina confirmó ayer que Filipe será convocado para el encuentro contra el Mallorca, que se celebrará el próximo sábado a las 21 horas.
Todo indica que dispondrá de unos minutos al final del encuentro. De este modo, Filipe volvería a disputar un partido oficial cuatro meses y nueve días después de haber sufrido una rotura de peroné con luxación de tobillo. Su recuperación ha sido asombrosa. Tras operarlo, Rafael Arriaza, el traumatólogo que lo intervino, fue tajante en rueda de prensa: «Intentaremos que empiece la pretemporada con el equipo», añadió.
Pero Filipe tenía otro pronóstico. Uno hiperoptimista. Sonó a broma lo que le dijo a Iraizoz, el otro protagonista de la jugada en que cayó lesionado, apenas un par de horas después de la operación. El meta del Athletic lo fue a visitar con rostro compungido al USP Santa Teresa y salió aliviado: «En cuatro meses te voy a marcar otro gol», le espetó el brasileño al guardameta. Ha pasado el tiempo y se ha comprobado que aquello iba en serio. Podrá hacerle un tanto si juega en Bilbao el último partido de la temporada.
Tras la operación, los médicos dijeron que en cuatro meses volvería a tocar balón y que no antes de seis se reincorporaría al trabajo con sus compañeros. Pero el lateral brasileño, alimentado por la ilusión que le da la posibilidad de ir al Mundial, ha ido fulminando plazos. Dos días antes de que se cumpliesen los tres meses de su lesión (el pasado 21 de abril) ya estaba entrenando con sus compañeros.
Mentalmente está mejor que físicamente, pues es lógico que le cueste coger el ritmo, por muy gran atleta que sea. Así que Lotina protegerá a Filipe. Para ello planea colocar una defensa de cinco en el momento en el que salte al campo. Esa zaga a lo Superdépor fue la que enderezó el rumbo del Deportivo en la primera campaña del vizcaíno en el banquillo de Riazor. Sin embargo, la última vez que la empleó resultó un fracaso: esta temporada, contra el Sevilla en la ida de la Copa (0-3).