Repaso a la trayectoria política de los cinco ediles díscolos que han puesto en jaque al alcalde de Ourense, Agustín Fernández
19 ene 2014 . Actualizado a las 07:25 h.Pachistas y paquistas. La etiqueta la puso el exportavoz del PP y exalcalde, Poly Nóvoa. La crisis actual del PSOE ourensano viene de atrás. Ahora explotó. Va de engaños y lealtades. Solo ellos saben de sus compromisos y sus expectativas, quién traicionó a quién, o si solo se trata de que hay un bando que trata de dinamitarlo todo para que aparezca un salvador ajeno. Pachistas, o díscolos, cinco ediles del PSOE han puesto a su alcalde al borde de una crisis y una ruptura que reducirá el grupo de gobierno a seis miembros. Minoritario como nunca.
Antonio Rodríguez Penín. Del apoyo a la desilusión
Es el sorprendente líder del grupo pachista, pese a saber que Pachi Vázquez pidió al exalcalde Francisco Rodríguez que no lo llevara en la lista del 2011. Antonio Rodríguez Penín es policía desde 1976, con destino en Ourense desde 1981. Aprovechó las muchas horas perdidas que le permitió el trabajo para estudiar y lograr la licenciatura en Derecho. Pudo haber buscando un ascenso, pero renunció, según siempre ha dicho, porque sabía que le caería un destino alejado y no le apetecía abandonar la tranquilidad de Ourense. Veterano en la lucha sindical en la policía, desde la paradoja de la clandestinidad, entró en el PSOE tan pronto como le fue legalmente posible. Era 1990. Lo avaló quien entonces era gran amigo, Francisco Rodríguez, el exalcalde, que lo llevó como puntal en las listas de 2007 y en las del 2011, pese a que en estas últimas su mutua confianza ya estaba muy debilitada. Razones de pura estrategia política, de equilibrio entre familias socialistas, aconsejaron a Paco la integración de Penín, como una manera de implicar en la campaña a quien años antes había sido un apoyo fundamental para él. Pese a Pachi.Se habían empezado a distanciar poco después de que se formara la corporación del 2007. Entre las amistades que incomodaban a uno y otro, una forma distinta de ver la forma de contratar y la gestión de la basura, la ruptura resultó irremediable. Su amigo y entonces alcalde le imponía directores generales de personal. Como si no se fiara. Se vio relegado en todo. Agustín Fernández se le atragantó el primer día: él era un policía con años de militancia, el inspector de Hacienda llegaba sin haberse molestado en afiliarse el día anterior. Llevaba el área de limpieza, pero era el alcalde quien tutelaba el servicio. La nómina del Concello le ha permitido completar su vida laboral y plantear con tranquilidad su actual órdago al alcalde. Lo hace, además, con la garantía de saber que se reincorporará a la policía en la mal llamada segunda actividad, es decir, prejubilado sin ocupación, para seguir paseando y disfrutar del café solo, el purito y la charla con Javier Gago o con María Quintas. Nunca será, de todos modos, como cuando conspiraba en el Paseo con Paco Rodríguez y Antonio Vallejo.
María Devesa Carbajales. El movimiento vecinal
Auxiliar de enfermería, vecina del barrio de Os Rosais, María Devesa ha desarrollado su actividad profesional en el Complexo Hospitalario Universitario de Ourense. Se curtió en la acción sindical en UGT, igual que el exalcalde, Francisco Rodríguez, aunque en distintas federaciones. Paco, a quien animó y apoyó con todas sus fuerzas cuando el exregidor tomó las riendas de la dirección local del PSOE, le encargó las relaciones con las asociaciones vecinales cuando llegó a la alcaldía. Le iba como anillo al dedo. En clave interna, sin embargo, no todo marchaba bien. Celos y recelos. Cuando en el 2009 el alcalde Rodríguez tuvo una buena bronca con su concejala más comunicativa, a quien expresamente llegó a pedir que dimitiera, el ahora líder díscolo Penín, primer decepcionado del grupo con el exalcalde, le ofreció hombro y tutela. La fiel concejala, que había dedicado tiempo y esfuerzos a reorientar un movimiento vecinal hostil, quedó anímicamente tocada. Se sintió minusvalorada e injustamente tratada. Entonces y ahora.
Mónica Vázquez Blanco. La tradición socialista
Procuradora de los tribunales, la política y las cosas del Concello de Ourense fueron durante años motivo de conversación familiar para Mónica Vázquez. Su padre, el fallecido Manuel Vázquez Conde, había sido concejal del PSOE en Ourense en distintos momentos: oposición con Antonio Caride Tabarés como regidor y en el gobierno, con Manuel Veiga Pombo como alcalde. Algo le legó, como ella reconoce con orgullo. La militancia socialista era algo lógico para Mónica. El suyo fue siempre un trabajo callado, casi siempre fuera de los focos. Llegó el momento y Paco la llamó. La invitó a dar el salto y ella aceptó la oferta.Cuentan que estaba encantada. Sin tiempo para familiarizarse con la gestión municipal, llegó la Pokémon y tomó partido, para sorpresa de alguno de sus compañeros. Ha mantenido la compatibilidad entre la actividad profesional y la gestión política en el Concello de Ourense. Quizás por ello, sin dedicación permanente, no ha brillado especialmente. La ruptura con el BNG hizo que el alcalde le diera más competencias, aunque no en áreas de las que se consideran fundamentales, sino en la segunda línea.
Susana Bayo Besteiro. La apuesta de Pachi
Cuando apareció Susana Bayo en la lista de Francisco Rodríguez apuntaba hacia medio ambiente. Se iba Demetrio Espinosa y ella, que entonces parecía la embajadora de Al Gore, licenciada en Físicas, especializada en atmósfera y clima, con un máster en gestión de calidad y medio ambiente, y conocimientos sobre cambio climático, según su perfil en la página web del Concello, parecía predestinada. Su currículo dice que fue maestra de formación vial entre los años 2001 y 2007. Luego, concejala de transportes. Pachi Vázquez la integró en la ejecutiva gallega cuando era el jefe del PSdG. Llegó a la lista local como apuesta suya, con el afecto de Xuventudes Socialistas. Su dura gestión en limpieza reforzó las malas relaciones con la concesionaria. Por encima de todo, sin embargo, se la recordará por haber provocado la tormenta de los gastos impropios, para bien o para mal, cuando exigió al alcalde por registro las cuentas de su propio grupo. Hasta entonces eran opacas. Ella pidió las del PSOE y acabó ennegreciendo las siglas en una queimada de ginebra y ron.
Alfonso Vilachá Rodríguez. El deporte como referencia
El paisanaje de O Couto, Vistafermosa o Reza, no tiene secretos para Alfonso Vilachá.Hoy jubilado y ayer docente, su implicación en el deporte de base, también en el ámbito profesional como entrenador, hace que Alfonso sea muy conocido, muy cercano. Milita en el PSOE, valga esa forma de decirlo, desde siempre, aunque no se reivindique como histórico. Vilachá era amigo personal de Francisco Rodríguez, no solo compañero de partido. Su incorporación a la lista no fue ninguna sorpresa. Ni era un relleno, ni tampoco un capricho. Entraba dentro de la lógica electoral, que precisa tanto figuras como nombres que ayuden a captar votos. Él fue quien ocupó la vacante del exalcalde cuando este abandonó no solo el cargo sino la condición de concejal a raíz de la operación Pokémon. Que sea responsable de deportes es lo natural. Tomó partido por el bando de Penín. Y ahí sigue. Sea cual fuere el fin de este esperpento, Alfonso Vilachá seguirá en el bar familiar en O Couto, todos los días con la bici a orillas del Miño y disfrutando de la jubilación como docente.
El paisanaje de O Couto, Vistafermosa o Reza, no tiene secretos para Alfonso Vilachá.Hoy jubilado y ayer docente, su implicación en el deporte de base, también en el ámbito profesional como entrenador, hace que Alfonso sea muy conocido, muy cercano. Milita en el PSOE, valga esa forma de decirlo, desde siempre, aunque no se reivindique como histórico. Vilachá era amigo personal de Francisco Rodríguez, no solo compañero de partido. Su incorporación a la lista no fue ninguna sorpresa. Ni era un relleno, ni tampoco un capricho. Entraba dentro de la lógica electoral, que precisa tanto figuras como nombres que ayuden a captar votos. Él fue quien ocupó la vacante del exalcalde cuando este abandonó no solo el cargo sino la condición de concejal a raíz de la operación Pokémon. Que sea responsable de deportes es lo natural. Tomó partido por el bando de Penín. Y ahí sigue. Sea cual fuere el fin de este esperpento, Alfonso Vilachá seguirá en el bar familiar en O Couto, todos los días con la bici a orillas del Miño y disfrutando de la jubilación como docente.