Estaba cantado que tarde o temprano iba a pasar esto. Desde hace ya varios años el gobierno de este país ha estado poniendo las semillitas para cabrear al colectivo de pensionistas -esos que, por muy pocos y cobardes que les parezcan a los que mandan, son en provincias como Ourense más que los que trabajan-, y por fin lo ha conseguido.
Y la gota que ha colmado el vaso no ha sido solo esa ridícula subida del 0,25 %. Ese exiguo incremento que en una pensión de 744 euros, la media que se percibe en Ourense, supone cobrar 1,86 euros más al mes -en el súper dan para cuatro yogures-, ha vuelto sin duda a decepcionar a quienes han trabajado, y cotizado para poder vivir con dignidad tras jubilarse, pero lo que más les ha indignado es que, encima, les hayan enviado una carta para presumir de la noticia.
Y es que al gobierno le pareció buena idea hacer ostentación, vía correo ordinario, de un hito del que deberían cuando menos avergonzarse. Y precisamente ese gesto de superioridad, y de tratar a los pensionistas como si fueran tontos, ha sido lo que parece haberlos hecho explotar.
Así que ahí están ahora. Decenas de miles de votantes, muchos de ese gobierno que les quiso escribir, protestando en la calle detrás de pancartas y reclamando una pensión justas que se han ganado por derecho. Están muy cabreados y resulta difícil encontrar argumentos para decir que les falta razón, así que tal vez alguien debería pensar en tomarlos en serio. Al fin y al cabo, se acercan las elecciones municipales, y tal vez esta vez no baste con invitarlos a una merendola en el centro social.