
La actriz, que se llevó el premio de la Unión de Actores por su papel, interpreta a una joven nini en una obra feminista
20 oct 2018 . Actualizado a las 18:47 h.Día 21 • 19.00 horas • Principal • De 10 a 15 euros • En el teatro ourensano puede verse «Iphigenia en Vallecas», una función de la compañía Serena Producciones. Sobre el escenario, Iphi, una joven marginal, encarnada por la actriz María Hervás (1987), que también se encargó de la traducción y adaptación del texto. La obra es una coproducción con su socio, Antonio Catro Guijosa, asimismo director.
-¿Qué ofrece «Iphigenia en Vallecas» al espectador?
-A parte de una adaptación del mito griego de la hija de Agamenón, es sobre todo una reflexión acerca de la estructura social en la que vivimos, tan jerarquizada y con mucho estratos en los que siempre hay alguien que sufre en pos del privilegio de otras personas, de su estado de confort.
-¿Qué le llamó tanto la atención de este texto de Gary Owen?
-Estuve investigando en el Festival de Edimburgo del 2015 y vi que había ganado el Premio al Mejor Texto. Lo compré para leerlo, entre otros, y me pareció un texto poderoso. Me llamó la atención que estuviese en verso,
con una rima libre, pero constante. También, que cuando lo leí me emocionó. Algo me dijo que tenía que hacerlo: fue una señal física más que otra cosa. Mi cuerpo estaba conmocionado y pensé que debía contar esta historia.
-Por su papel fue galardonada como la mejor actriz por parte de la Unión de Actores. ¿Qué supone y qué trata de contar?
-Sobre todo, compromiso. Sin prejuicios. Tanto Antonio como yo hemos intentado no juzgar a Iphi desde las etiquetas que solemos poner a priori con facilidad. Al contrario, tratamos de adentrarnos en el poliedro que es como persona y personaje. Si bien al principio parece que uno no tiene nada que ver con ella, poco a poco y bastante rápido, tanto a través del texto de Owen como de nosotros mismos en el montaje, hacemos que te caiga bien y quieras seguir escuchando a esa
chica con la que de repente tienes cosas en común y te genera ternura. Quizás es el origen del éxito: Iphi rompe las expectativas del espectador. Vemos sus mil caras,
dependiendo de las circunstancias: desde un nivel agresivo hasta una seductora, una chica tierna, una persona que abandera la imagen de la justicia... No solo es una chica que no trabaja ni estudia, sino un ser humano que en muchos aspectos, en cuestión
de valores, está más evolucionado que otros que tienen un trabajo, un puesto espectacular o un montón de carreras universitarias.
-Como la vida misma.
-Sí, justo.
-¿Esta Iphi, con terrible presente y descorazonador futuro, tiene también un mensaje para los jóvenes?
-Creo que la obra no tiene un gran mensaje de esperanza: es más cruda que todo eso y pienso que habla más del presente. No obstante, sí le veo una invitación poderosa a la revolución en todos los sentidos: el sistema, cómo generar un cambio desde la voluntad de cada uno... Tal vez eso sí se podría tomar como un mensaje a las nueva generaciones, quizás algo adormiladas. Anima a cuestionarnos cosas y a posicionarse.
-Un motivo para animar a los jóvenes a acudir, desde luego.
-Sí. Diría, además, que siendo una obra que es tragedia, donde hay dolor y crudeza, es asimismo una pieza con mucho sentido del humor y casi con una velocidad cinematográfica. Los espectadores
tienen más la sensación de estar viendo una película que
una obra de teatro. Es llevadera.
-¿Qué ha supuesto para usted?
-Como mujer y artista ha supuesto una demostración de que podemos hacer cosas y no tenemos que estar esperando a que nos llamen. Quería demostrarme que tengo
parte del control de mi camino y mi carrera. Te da una perspectiva de más libertad y es algo que cualquier persona necesita. Iphi me ha hecho saltar a otro lugar de autonomía profesional. Después,
la historia, el personaje y la reacción de espectadores y crítica me ha hecho ver que hemos hecho el montaje en un momento en el que la sociedad lo necesitaba. Todo el
mundo sale conmovido y creo que no es casual. Creo que había ese hueco para empatizar con personas con las que habitualmente no tratamos, porque tenemos miedo o no nos educan en eso. El teatro es un lugar maravilloso para comprender realidades que en el día a día nos resultan mucho más difíciles.
-Y está el mensaje del empoderamiento femenino.
-Sí. He intentando evitar la palabra, porque no me suena del todo bien, pero en el fondo sí esta esa idea de ir cogiendo el lugar que las mujeres merecemos. Me atrevo
a decir que «Iphigenia en Vallecas» es una obra bastante feminista.