María Jesús González: «Estando illada na casa con coronavirus, só pensaba en volver para axudar»

OURENSE

Desde el inicio de la pandemia se han contagiado de covid 14.646 ourensanos
09 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Ha pasado un año desde que se conoció el primer caso de coronavirus en el área sanitaria de Ourense, Verín y Valdeorras. El 8 de marzo del 2020 saltaba la noticia de que había una persona infectada, en aislamiento domiciliario. Fue la llegada de la pandemia a la provincia, y fue el primero de los 14.646 casos que se han detectado hasta el momento. La mayoría de los pacientes se han curado. En este tiempo, 14.013 ourensanos han recibido el alta; mientras que 409 no pudieron superar la enfermedad y fallecieron con covid. Todavía hay 225 personas contagiadas, la mayoría en aislamiento domiciliario. Pero hay 31 cuyo estado ha precisado de ingreso hospitalaria. 27 están en planta: 23 en el CHUO, 3 en el hospital comarcal de Verín y 1 en El Carmen; y 4 en la uci.
Entre esos 14.013 pacientes curados está María Jesús González Santos. Es gerocultora en la residencia Divino Maestro de Ourense, uno de los primeros centros para mayores en los que se registraron brotes. Era sobre el 25 de marzo cuando se conoció el primer positivo en el centro, que gestiona la Fundación San Rosendo, así que -sin saber muy bien cómo atajar la situación, como todos, por desconocida- fueron aplicando su propio protocolo. «Aos que tiñan un pouco de febre xa os íamos separando do resto; fómolo facendo o mellor que soubemos», relata. Una semana más tarde, con el cribado masivo, saltaron el resto de positivos. Al final, el 90 % de los 70 usuarios estaban contagiados, y el 70 % del personal. Ella misma fue una de las que se contagió. «A primeiros de abril fun para a casa», relata. Tardó 60 días en volver al trabajo, porque a González el virus le enseñó su cara mala. «Eu febre non tiven; a min doume moita dor de costas, e atacoume ás vías respiratorias», relata.
Estuvo aislada en su propia habitación para evitar contagiar a la persona con la que vive. Y lo logró. No fue fácil, sobre todo porque la soledad dejaba demasiado tiempo para pensar. «Estaba en contacto continuo co centro para saber como ían os usuarios, que era o que nos interesaba a todos; aí traballouse arreo, non se miraban horas, para salvar a cantos máis fora posible», cuenta. Dice que, a pesar de estar mal de salud ella misma, lo que peor llevaba era no poder echar una mano. «Estando illada na casa, só pensaba en volver para axudar. Dábame máis dor de cabeza non poder estar axudando que a miña enfermidade», cuenta la mujer, que a sus 55 años arrastra algunas secuelas del covid, en forma de dificultades para respirar, principalmente. No habla solo de ella, sino de sus compañeras y también de los mayores. «Os que o pasaron están ben, e moi optimistas», añade.
«Foi duro porque era unha enfermidade descoñecida. Eu marchei para a casa, pero houbo compañeiras que quedaron suplindo ás familias. Coidando aos maiores con moito cariño, como sempre o facemos, pero se cabe aínda máis», cuenta. Destaca que, además, se creo un ambiente de trabajo muy bueno. «Todos unidos, non había dirección nin enfermería nin auxiliares, é como se fosemos todas auxiliares, axudando en todo o que podíamos. O obxectivo era salvalos», recalca. No quita parte de mérito a los propios residentes, «que incluso nos daban ánimo a nós» y que acataron sin problemas la obligación de aislarse en sus propias habitaciones aún siendo negativos.
A principios de junio pudo volver al trabajo y desde entonces ha echado una mano siempre que ha podido. Estuvo como equipo de refuerzo en las residencias de Lobeira y Os Gozos cuando los brotes provocaron una merma importante en la plantilla de trabajadores y la Fundación San Rosendo pidió voluntarios. «Se fixera falta, volvería sen problema onde fose preciso co que poida aportar», dice. Y añade: «Agora temos máis experiencia, e parece que pisas máis firme cando se dá unha situación desas».
Con todos ya vacunados, viven con otra tranquilidad la pandemia. «Aínda que xa o pasáramos case todos, agora estamos máis tranquilos. E os maiores están moi contentos, xa que puideron recuperar as visitas e volven saír. Porque aínda que se facían vídeochamadas coas familias todos os días, están máis contentos agora que poden verse de novo», señala.
Eso sí, echando la vista atrás, destaca que «foi moi duro», porque llegó a haber 39 trabajadores y 41 usuarios contagiados al mismo tiempo. Tres mayores no consiguieron superar el coronavirus en aquella primera ola de la pandemia. No tuvieron casos ni en la segunda ni en la tercera ola.