Sueños son

María Doallo Freire
María Doallo NO SÉ NADA

OURENSE

22 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La honestidad me conmueve. La inteligencia me atrae y la sensibilidad me atrapa. La integridad es lo que consigue que me quede para siempre. Perfectamente podría estar describiendo lo que busco en ese hombre con el que formar un genial equipo. La realidad es que estoy hablando del protagonista de El príncipe constante y de una pequeña parte de lo que suscitó en mí Don Fernando, magistralmente interpretado por Lluís Homar, este fin de semana en el Teatro Rosalía de A Coruña. Una persona que ante cualquier encrucijada de la vida elige el bien y antepone el de una ciudad entera al propio. Hoy no existe. En realidad no habemus ni un alcalde dispuesto a luchar por la ciudad que consiguió después de increpar y pelear desesperadamente. Y eso puede ser que sea porque no quedan escrúpulos. Calderón de la Barca, ese que describía la vida como una ilusión, un frenesí, una sombra y una ficción, hace en el texto de El príncipe constante un canto a la libertad. Pero no a esa que la pandemia nos han ido restringiendo con el objetivo común de evitar muertes -no se nos olvide-, si no a la individual. La capacidad que tenemos para defender lo que pensamos, para apoyar las causas en las que creemos, para perseguir lo que consideramos justo, bueno, necesario... en definitiva, para ser auténticos. A mí esas personas, como Don Fernando, me vuelven loca de alegría y me hacen creer en la humanidad. Aunque luego salga del teatro y me hablen del ghosting, una nueva forma de dar calabazas sin agallas que consiste en desaparecer sin más. Y los ojos me hacen chiribitas de la rabia ante esta falta de honestidad, de inteligencia, de integridad y de sensibilidad. Pero se ve que será que sí, que «los sueños, sueños son».