Ya quedaban escasas interrogantes por resolver en el deporte patrio, pero el fin de semana concentró las alegrías en los éxitos del Girona de baloncesto y el de fútbol, ambos ascendidos a la máxima categoría en cuestión de horas. Como si todas las series del Gordo de Navidad tocaran en la misma diana.
No son, en todo caso, premios de la lotería. Los unos (futboleros) habían participado ya en cinco promociones de ascenso sin conseguir el ansiado objetivo. Y eso en una entidad en la que Pere Guardiola encabeza el consejo de administración, sin olvidar el vínculo que ha tenido con un gigante europeo como el Manchester City.
En el Girona de la LEB Oro, el apellido sonoro es el de Gasol. Marc, el mediano de la saga, campeón de todo —o casi—, lidera como presidente un club que pasó de 70 a 400 jugadores y que atesora tres ascensos de su equipo sénior en cinco años.
No es el tránsito soñado en nuestro Club Ourense Baloncesto, aún pendiente de la asamblea del próximo día 27 para confirmar si el Grupo Hereda se hace con los mandos, tras una polémica ampliación de capital. Y eso que el Pazo ya ronda los 4.000 espectadores que se han convertido en agradable novedad en Fontajau, antes de ascender a la ACB.
También goleamos en el automovilismo, porque el Rali de Ourense cruzó la barrera de las 55 ediciones con salud de hierro e innovando un tramo urbano que ya es la envidia de las grandes citas del calendario nacional —e incluso continental—, tenía que ser aquí. Y mirando al parque de San Lázaro para recordar sus albores. Alegría doble.