Gema Fernández, bibliotecaria: «Coa pandemia moita xente pasou ao libro dixital e deixou de vir á biblioteca»

María Cobas Vázquez
maría cobas O BARCO / LA VOZ

OURENSE

Gema Fernández Vizcaya elige como su rincón O Aguillón de A Rúa de Valdeorras
Gema Fernández Vizcaya elige como su rincón O Aguillón de A Rúa de Valdeorras Lolita Vázquez

En sus 45 años de trabajo en A Rúa de Valdeorras, fomentó la lectura entre varias generaciones

10 jul 2022 . Actualizado a las 17:43 h.

Serendipia es el término que elige Gema Fernández Vizcaya para hablar de su trayectoria como bibliotecaria, el que fue su oficio durante 45 años. Porque su llegada a la profesión fue un «hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual», como lo define la Real Academia Española. Nacida en la aldea de Buxán (O Bolo) en 1957, Gema tenía diez años cuando la familia se mudó a A Rúa. Sus padres compraron una casa y montaron una fonda con la idea de conseguir que sus cuatro hijos estudiaran.

Terminó el Bachillerato en 1975 y, mientras sus compañeros se marchaban a la universidad, ella se quedó en Valdeorras para ayudar en el negocio familiar. Y en esas estaba cuando, dos años más tarde, una compañera del colegio que entonces era la encargada de la biblioteca le contó que se iba a estudiar fuera y que su puesto quedaba vacante. Gema, que ya era socia, lo vio como una oportunidad. «Eran dúas horas ao día, unha especie de voluntariado, pagábanme unha cantidade simbólica», relata. Como era compatible con su trabajo en la fonda, aceptó. Incluso le dio tiempo a sacarse los títulos de administrativo y auxiliar sanitario, aunque nunca llegó a ejercer.

Cuando Gema comenzó en el oficio, la biblioteca estaba ubicada en el edificio del colegio Manuel Respino. Después, con la construcción de la casa consistorial, se trasladó al nuevo edificio, mucho más céntrico, lo que ayudó a ganar socios. En el año 85 se sacó la plaza como administrativo-bibliotecaria, que llevaba aparejado un contrato a media jornada. Y en 1992 con el traslado a la Casa da Cultura, donde ocupó dos salas diferentes con el tiempo, llegó el contrato a jornada completa. «Traballaba de luns a sábado, en xornada partida», cuenta. Un horario que califica como «complicado» porque solo le dejaba como única día libre el domingo. Aún así, siempre disfrutó de su trabajo. Dice que lo que más le gustaba era el trato con los niños. Y defiende la importancia de las actividades infantiles para crear hábitos de lectura entre los más pequeños. «Cando facías algo, ao día seguinte había unha ducia de nenos facéndose socios e os máis pequenos viñan cos pais buscar libros», remarca. Con la pandemia, todo se paró y todavía no se ha recuperado. Eso, unido al incremento del trabajo debido a la inclusión de la biblioteca de A Rúa en la red gallega, con la necesidad de catalogar los 17.000 volúmenes del fondo bibliográfico, acabaron por quemarla. «Non lle ves aliciente e xa non había esa ilusión que tiña antes. Os dous últimos anos foron terribles», relata.

El covid no solo afectó a los lectores infantiles, sino también a los adultos. «Coa pandemia moita xente da que viña cada quince días por tres ou catro libros pasouse ao dixital e deixou de vir á biblioteca», cuenta. Fernández Vizcaya cree que esa opción, cada vez más mayoritaria, no pone en peligro estas instalaciones. Porque todavía hay ejemplares que no están disponibles en formato digital y hay quien prefiere el papel. Y porque, asegura, son más que un lugar en el que acumular volúmenes. De hecho, cree que tienen que dejar de ser eso. «A biblioteca non é ese almacén de libros ordenados, senón que é un lugar de encontro», remarca. Cree que hay que centrarse sobre todo en dar respuesta a las necesidades de los usuarios, que no siempre buscan un libro, sino que también pueden acudir para estudiar, usar uno de los ordenadores o imprimir documentos. Y remata: «Temos que ver a biblioteca coma un espazo cultural, informativo, formativo, educativo e lúdico». Un edificio que ya no es solo silencio y lectura, sino que ofrece muchas más opciones a quienes acuden a disfrutarlo.

 

Redescubriendo el placer de plantar su propio huerto junto a su marido

La jubilación de Gema Fernández llegó un año después de la de su marido, así que ahora aprovechan el tiempo libre para estar juntos. Paseos, actividades culturales y sobre todo el huerto copan muchas de sus horas. «Teño unha horta, herdanza dos meus pais, e estou traballando nela. Pásasenos o tempo voando. Plantamos un lote de cousas: tomates, cebolas; e tamén dúas árbores: un cereixón e unha ameixeira», cuenta orgulloa. «Xa en tempos de meus pais ía axudarlles a regar e na recolecta, pero agora estou vendo que realmente engancha», añade.

Pasa tanto tiempo en la huerta que no ha vuelto por la biblioteca desde que dejó de trabajar; aunque como ávida lectora que es, siempre tiene un libro cerca. Entre sus títulos de cabecera últimamente está Galicia Infinda, de Florencio Delgado Gurriarán. Cada vez que visita una ciudad, la biblioteca es parada obligada. Y siempre está buscando nuevos marcapáginas para su colección.

DNI

Quién es. Gema Fernández Vizcaya nació en 1957 en Buxán (O Bolo).

A qué se dedica. Durante más de 40 años y hasta hace un par de meses fue la bibliotecaria de A Rúa de Valdeorras.

Su rincón. Elige O Aguillón rués. «Sempre me gustou esta zona, pola tranquilidade, para ir en bici ou camiñar. Sempre é esta a ruta preferida. Cando na pandemia nos permitiron saír un pouco, ir ata O Aguillón foi a primeira opción. Tamén é un lugar fantástico para pararse a ler», asegura la valdeorresa.