Herminia Domínguez: «Destinar algunos tipos de biomasa en exclusiva a energía quizá no es lo más razonable»

Fina Ulloa
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Herminia Domínguez (en el centro) en una imagen con el equipo de investigación que le acompañó durante el pasado curso
Herminia Domínguez (en el centro) en una imagen con el equipo de investigación que le acompañó durante el pasado curso Santi M. Amil

La ingeniera química ourensana es la primera mujer en la sección de Ciencias Técnicas de la Real Academia Galega de Ciencias

23 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Juan Lema, el presidente de la Real Academia Galega de Ciencias (RAGC), la definió como «unha persoa brillante, aínda que modesta nas formas, con ilusión no seu traballo, que sabe crear no seu arredor unha atmosfera de traballo amable, eficiente e eficaz». Quienes conocen a Herminia Domínguez aseguran que no exageró lo más mínimo. Esta catedrática en Ingeniería Química, nacida en San Xoán de Río en 1965, es académica numeraria de esa institución científica desde el pasado mes de marzo y, además, se ha convertido en la primera mujer que se integra en su sección de Ciencias Técnicas. Con una extensa y destacada producción científica (recogida en más de 270 publicaciones) Herminia Domínguez está reconocida como una de las investigadoras de mayor prestigio en su campo.

—¿Qué supuso para usted ese ingreso como miembro de la Real Academia de Ciencias?

—Siento agradecimiento por lo que supone de reconocimiento a la labor de nuestro grupo de trabajo y por la posibilidad de poder llevar a cabo las tareas que me asignen junto con investigadores excelentes que forman parte de esta institución.

—En su discurso de ingreso habló sobre biorefinerías. ¿Qué son?

—Son instalaciones como las refinerías de crudo de petróleo, de ahí su nombre: refinerías de biomasa. Se basan en la separación de los principales constituyentes de las materias primas para poder obtener compuestos de más valor añadido, y en su transformación química o biotecnológica posterior para tener productos tan variados como aditivos alimentarios, productos químicos para la síntesis de compuestos de utilidad en la fabricación de los bienes de consumo que empleamos, y también energía.

—¿Funcionan bien?

—Hay que tener en cuenta que este es un campo reciente. Mientras que las refinerías tradicionales están diseñadas y operando de modo óptimo desde el siglo pasado, todavía es necesario avanzar en el desarrollo de las biorrefinerías. Estas, además tienen que afrontar retos derivados de la heterogeneidad de las materias primas, la mayor complejidad de los procesos y la necesidad de desarrollar y estandarizar los productos.

—Hace años que se habla del aprovechamiento de la biomasa y de tecnologías limpias pero, ¿de verdad se avanza?

—Existen ya biorrefinerías operando a escala industrial, pero por lo que comentaba antes, su diseño reviste mayores dificultades técnicas, aunque también es un campo de desarrollo muy atractivo. El destino exclusivo de algunos tipos de biomasa a energía no es quizás lo más razonable, me refiero especialmente a la biomasa renovable de origen forestal, agrícola o de la de industrias agroalimentarias.

—¿Por qué?

—La naturaleza ha creado moléculas cuya obtención por vía sintética es compleja y cuya obtención a partir de las fuentes naturales permitiría disponer de productos de interés para diversas aplicaciones, alimentarias, cosméticas o farmacéuticas. Pueden obtenerse por síntesis química o por biotransformaciones, pero existe la posibilidad de obtenerlos mediante la extracción. Este es un proceso tan antiguo y tan común como la preparación de un café o de una infusión. La combinación de estas etapas de extracción, con otras de tipo físico, químico y bioquímico permite plantear un uso integral de los compuestos presentes en la materia prima.

—¿Cree que la biomasa y las tecnologías limpias llegarán a evitar que seamos tan dependientes del petróleo o del gas?

—Es posible que la biomasa pueda proveer muchos compuestos para las industrias, aunque más difícil que pueda cubrir las necesidades de fueles para transporte y energía. Por eso dependemos de fuentes fósiles. Yo soy optimista y creo que la sociedad y la industria está muy concienciada de la necesidad de desarrollar procesos industriales más limpios, aunque quizás no en el mismo grado en distintos países.

—Ha labrado una amplia y exitosa trayectoria investigadora. ¿Hay algún proyecto al que tenga especial cariño?

—He tenido mucha suerte porque he formado parte de dos grupos de investigación de referencia en sus respectivos ámbitos de estudio. Crearlos no tuvo que ser fácil, obtener resultados relevantes trabajando con ellos quizás es inevitable. Guardo muchos recuerdos de los proyectos y las personas con las que comparto el trabajo. Quizás me entusiasman algunos proyectos futuros, uno organizado por CINBIO para conseguir implementar algunos procesos sencillos para grupos en riesgo de exclusión social, me resulta muy motivador.

—¿Y alguien que la motivara especialmente?

—Cuando comencé a trabajar en el laboratorio con los doctores Juan Lema y María José Núñez en el Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Santiago. Supongo que mis directores y todo el grupo de investigación fueron determinantes: su entusiasmo, buen hacer e interés en lograr avances y aplicaciones prácticas para la sociedad me atrajo. También durante mi estancia en Canadá, la doctora Krystina Sosulski y su marido el doctor Frank Sosulski me permitieron comprobar como los desarrollos de la universidad tenían una aplicación en las industrias del entorno.