Ser feliz

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OURENSE

02 ene 2023 . Actualizado a las 14:24 h.

Me gustaría ver hoy, por un agujerito, a esas chicas que salen de noche por primera vez —si es que eso de salir la primera vez en Fin de Año sigue existiendo, que yo ya tengo una edad—. Me encantaría contagiarme de la emoción de planificar cada; de las ganas de elegir vestido y pensar en los tacones; de los nervios de pensar a qué fiesta ir y con quién encontrarse. Sería genial repetir aquellas fotos que nos hacían nuestros padres antes de salir y antes de ponernos el abrigo prestado de nuestras madres que, en lugar de hacernos parecer mayores, señalaba todavía más lo niñas que éramos. No me importaría nada volver a tener esas discusiones sobre la hora de llegada —«Hoy no le ponen hora a nadie, solo a mí, es injusto»— y escucharía de buena gana la bronca del día después, por llegar tarde.

Aunque cada etapa de la vida tiene su encanto, no creo que cuando uno repasa su álbum vital encuentre fotos en las que brillen tanto los ojos como aquellas de las primeras Nocheviejas, las de las amigas, la pandilla de chicos, los novios, las copas aceleradas, los pies descalzos de regreso a casa, el chocolate intacto en la taza, las risas, las risas y las risas.

Ahora hay otras cosas. El tardeo del 31, las cañas de antes de cenar, ser tú la que organizas la cena... Y en poco tiempo, ser la que le prestas el abrigo negro a tu hija y la que le dice que no le hace falta maquillarse tanto porque es guapísima. Y aunque todas estas cosas son geniales, dejan un espacio muy grande a la nostalgia. Digan lo que digan, no hay nada como esa noche en la que tienes 18 (17, 20 o 23) y un año enterito por delante, a estrenar, solo para dejarte llevar y ser feliz.