
Alcer incorpora a una nutricionista a su cartera de servicios en Ourense
18 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.El diagnóstico de una enfermedad del riñón va siempre acompañado de cambios en la alimentación. Toca hacer dieta. No va a significar que el paciente mejore, pero sí es fundamental para evitar que empeore. Así, en el caso de una enfermedad renal crónica, se trata de retrasar lo máximo posible el momento de entrar en diálisis. Y una vez que eso sucede, el objetivo es conservar la mayor calidad de vida mientras no llega el trasplante del órgano. Es duro y falta información, explican desde Alcer, la asociación de pacientes, que ha sumado a su plantilla en Ourense a una nutricionista.
Digna María Bernárdez pasa consulta a que sufren enfermedad renal crónica (o ya están diálisis), cáncer o litiasis. «Todo o relacionado co ril», señala. Y no solo a ellos, el servicio está abierto también a sus familiares y al resto de socios de Alcer. Trabaja de manera coordinada con el servicio de Nefrología del CHUO. «Todo pode intervir na medicación e tamén ao revés, que a medicación faga necesario cambiar a alimentación», explica. De ahí la comunicación continua. Además, Bernárdez se desplazará al Hospital de Ourense para formar en nutrición al personal de enfermería de la unidad de diálisis, con el objetivo de que puedan dar consejos a los pacientes.
La enfermedad renal evoluciona poco a poco, a medida que el filtrado va bajando y entonces el órgano no es capaz de eliminar el potasio, el sodio o el fósforo. Son minerales que, en cantidades acumuladas, pueden provocar problemas a nivel cardiovascular u óseos, entre otros. Por eso es necesario tenerlos controlados. Se hace a través de análisis y después, según los datos que arrojen, cada paciente debe personalizar su dieta, de manera combinada con el tratamiento farmacológico.
Cuando el potasio está alto toca fijarse en las frutas, las verduras y los cereales. El pan, el arroz o la pasta deben ser blancos. Las verduras, cortadas en trozos pequeños, han de estar entre seis y ocho horas en remojo antes de pasar a la olla a cocer; o recurrir directamente a las congeladas o en conserva. Y en frutas, el plátano solo muy de vez en cuando y piezas pequeñas. Mejor elegir arándanos, fresas, peras y manzanas, estas sin piel. Valen las de conserva, pero si se opta por abrir una lata, el almíbar (de traer) debe desecharse. «A maioría dos pacientes con problemas renais son tamén diabéticos», destaca la nutricionista.
Mejor el pan blanco que el integral, las verduras congeladas antes que frescas, la fruta hay que pelarla... «Case o contrario das recomendacións habituais ás do resto da xente cando se fala dunha dieta saudable», apunta.
También es necesario para un enfermo renal controlar los niveles de fósforo, lo que se traduce en que deben limitar la cantidad de proteínas que consumen. Y eso afecta a la ingesta de carne, de pescado, de lácteos y de marisco. «A Coca-Cola non deberían nin mirala», asegura la nutricionista. En realidad esa frase sí que valdría para cualquier persona, no solo para este tipo de pacientes. Y añade: «Tampouco deben tomar os refrescos sen azucre que se presentan como saudables, pero non o son».
La profesional es tajante: «Non hai nada que poidan comer libremente». Además, deben tener cuidado con los productos preparados, ya que suelen traer sal añadida. Después, la dieta de cada uno dependerá de su propia situación, ya que hay pacientes que tienen que controlar el sodio, el potasio y el fósforo, pero otros solo un de los minerales, o dos. Reconoce también que comer fuera de casa es latoso para este tipo de pacientes. Primero por lo restringido de las posibilidades en una carta, y después por la necesidad de tener que saber cómo han cocido o lavado los productos. A modo fácil, Bernárdez lanza una propuesta: «Pedir arroz ou pasta, sen salsas nin verduras, cun filete ou peixe». Con esas premisas, reconoce que «non lles compensa ir comer fóra». En todo caso, razona que porque un día alguien se salte un poco la dieta, dependiendo del momento de su enfermedad, no pasa nada. «Pero ten que ser algo moi esporádico», matiza.
Su experiencia le dice que hay pacientes muy conscientes de su enfermedad que se alimentan muy bien. «Xente moi activa que leva 40 anos con isto», señala. Y otros a los que le cuesta más adaptarse a los cambios necesarios para intentar frenar el avance de una dolencia que no tiene cura.