Trasteando por Internet me encontré con más de una cita de Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón. La pintora mexicana murió en 1954, sin llegar siquiera a los 47 años de edad, lo que no evitó que se convirtiera en un icono de la cultura pop, con un auge tremendo de su obra en los años ochenta y noventa. Su legado tiene mucho de autobiográfico y, por ende, gira en torno al sufrimiento de una víctima de un accidente que la obligó a pasar por el quirófano en 32 ocasiones.
Frida apenas había cumplido los 19 cuando un tranvía arrolló el autobús en el que viajaba, un suceso que marcó su vida, su arte y sus pensamientos. En su diario personal apareció un mensaje de 1953, bajo el dibujo con acuarela de dos pantorrillas cercenadas, convertidas en maceta con ramas marchitas. Sentenció: «Pies para qué los quiero si tengo alas para volar». El mensaje inspirador ha sido replicado en cientos de veces y en distintos idiomas.
A mí me sirve para recordar lo que vi el domingo en O Couto. La fortuna hay que buscarla, pero a veces se esconde muy bien. Un Ourense CF trabajador al máximo se quedó con la miel de la permanencia en los labios. Me suena eso del minuto 93. Rubén Domínguez se ha acostumbrado a pasar por la enfermería antes de cada convocatoria. De cuatro centrales le ha quedado uno en muchísimas semanas y la baja de Molina, pasando por el centro médico en Pucela, no fue —ni mucho menos— la primera. Aún así, son capaces de levantarse. Pocos grupos he visto tan compactos y persistentes. Toca jugárselo en Beasain y no sé como estarán los pies. Las alas están preparadas. Vamos allá.