Carlos Romero, músico: «En el primer concierto cobramos mil pesetas y me compré unas botas»
OURENSE
Formó Aquelarre y Abuña Jazz, junto a destacados músicos de la capital ourensana
22 oct 2023 . Actualizado a las 17:18 h.Carlos Romero Casal (Ourense, 1957) nació en la capital ourensana. Es el quinto de siete hermanos y tuvo claro desde joven que la música formaría parte de su vida. Con él nacieron formaciones míticas de la ciudad, como Aquelarre o Abuña Jazz. Y como batería, se sumó durante dos años a Los Suaves. Desde hace casi dos décadas, Carlos trabaja como auxiliar técnico de servicios generales del campus de Ourense. No ha abandonado la música. Todas las semanas acude a un local que tiene alquilado en la praza do Trigo para ensayar. Prepara el regreso de Aquelarre en el 2024, cuando se cumplirán 40 años de su fundación.
Recuerda su niñez jugando en el jardín de la casa de dos plantas que su familia tenía en la avenida de la Habana. «De allí tengo los mejores recuerdos de la infancia», subraya. En medio de árboles frutales comenzó a enamorarse de la música, ya que entre sus amigos de juego se encontraban algunos de los que años más tarde formarían con él Aquelarre y Abuña Jazz.
Estudió en Maristas, Cisneros y Blanco Amor. Pero pronto abandonó los estudios. Los cambió por los conciertos. «Con 16 años comenzamos a tocar profesionalmente, alguno tenía incluso menos que yo. Creamos Aquelarre y ganábamos algo de dinero cantando villancicos por las casas. Nos presentamos a varios festivales de colegios, recuerdo que yo tenía 11 años cuando ganamos el de la canción de Maristas. Nos gustaban The Beatles, Simon & Garfunkel... El primer concierto en el que nos pagaron por actuar fue en las fiestas de Escairón. Cobramos mil pesetas cada uno. Era el año 1972 y con ese dinero compré unas botas y me sobró la mitad. A partir de ahí pude comprar la batería».
Aquelarre, formado por Suso González, Yeyo Cid, Torni, Loren Tabarés, Modesto Pascual y propio Carlos Romero desapareció cuando, uno tras otro, tuvieron que cumplir con el servicio militar. Pero la aventura musical de estos seis ourensanos no acabó allí. «Al salir de la mili fuimos a pasar cuatro meses a un pueblo de Maceda, para dedicarnos solo a tocar» explica. Allí nació Abuña Jazz, dejando atrás el pop de The Beatles.
En este periplo, alguno de los componentes empezó a colaborar con otras formaciones y orquestas en Pontevedra y se fueron todos juntos para no abandonar su proyecto. «A finales de 1983 volvimos a Ourense y creamos un año después Abuña Jazz, influenciados por músicos ourensanos como Moncho Lusquiños, Gelo, el que fue batería de Los Suaves, o Julio Losada», explica Carlos. Crearon una asociación cultural para comenzar su andadura. Con los años, y tras el fallecimiento de algunos de sus componentes, otros músicos se fueron uniendo a la formación.
Estando en Abuña Jazz, Carlos fue invitado por Los Suaves a unirse a la banda, de 1986 a 1988, cuando los roqueros ourensanos grababan su tercer álbum. Yosi insistió, afirma Carlos, cuando lo vio actuar un día junto a Cosecha Roja en la plaza Paz Nóvoa. «Me apetecía la experiencia de grabar con ellos, pero llegó un momento en el que me llamaron los compañeros de Abuña para tocar en una orquesta. Esto me permitía ganar dinero en las fiestas y a la vez tocar jazz. Incluso en algunos sitios a los que íbamos, como nos conocían, al final nos pedían que tocásemos algo de jazz», ríe.
Para Carlos Romero, el lugar más especial de la ciudad es la praza do Trigo y los alrededores. Allí estaba el bajo en el que ensayaba la formación, muy cerca de los locales en donde tocaban. «Los Abuña Jazz fuimos de los primeros en actuar en el Café Latino. Se abrió en 1986 y recuerdo que organizamos un certamen como asociación y trajimos a un grupo catalán que inauguró el escenario. Los siguientes fuimos nosotros», explica.
Recuerda, además, haber abierto el mítico concierto celebrado en el año 1985 en la Alameda ourensana, UF... qué noche. El 24 de mayo de ese año miles de ourensanos se reunieron de nueve de la noche a diez de la mañana para ver actuar a más de una decena de bandas, entre ellos Los Suaves. Eran años de explosión musical en la ciudad.
«La experiencia en la Universidad es y ha sido siempre maravillosa»
La música, y en concreto la batería, marcó su vida. Sin embargo, llegó un momento en el que Carlos pensó en el futuro. «Me di cuenta de que casi no había cotizado y convocaron un examen de auxiliar administrativo en la Universidad de Vigo, hinqué los codos y aprobé», explica. Una segunda vida, mientras seguía con la música. «En este momento, al tener un trabajo, ya podía tocar solo lo que me gustaba», relata.
Su primer destino fue en Ingeniería Industrial en la ciudad de Vigo. Al poco tiempo regresó a Ourense, a Ciencias de la Educación. Aprovechó esos primeros años para hacer primero y segundo de bachillerato, que había dejado a medias en su juventud. No solo eso, consiguió el acceso a la universidad para mayores de 45 años y comenzó a estudiar Educación Social. Tenía más de 55 años. No pudo terminar, ya que hubo concurso de traslados y cubrió una vacante en el turno de tarde, el mismo horario que las clases. Eso le suponía un mayor esfuerzo, ya que también seguía tocando. Hoy, y desde hace ocho años, ya en horario de mañana, trabaja en la facultad de Ciencias e Informática. «La experiencia en la Universidad es y ha sido siempre maravillosa. Los jóvenes son muy educados», subraya.