Milagros Alonso, ourensana de 84 años: «Salgo todos los días a la calle y no perdono ni uno, aunque caigan chuzos»

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE

Milagros Alonso posa en un lateral de la plaza Mayor de Ourense
Milagros Alonso posa en un lateral de la plaza Mayor de Ourense MIGUEL VILLAR

Aunque nació en Palencia, lleva 63 años en la ciudad y se vino por amor al fotógrafo Miguel Ángel Villar

05 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Milagros Alonso (Palencia, 1939) tiene 84 años y se describe a sí misma como una persona feliz, plenamente feliz. «He hecho siempre lo que he querido acompañada de los míos», dice. Nació en el centro de Palencia, en una casa en la que creció junto a sus padres y a su hermana pequeña, hasta que con tan solo 15 años conoció a un ourensano que le robó el corazón. «Me lo presentó mi mejor amiga porque era su primo. Me sacaba cinco años pero nos hicimos novios y desde el primer día lo presenté en casa porque era familia de mi amiga, así que confiábamos en él. Teníamos en común que mi padre y su madre eran diabéticos y eso nos unió mucho», cuenta.

Milagros se enamoró de Miguel Ángel Villar, un apuesto fotógrafo ourensano que, por aquel entonces, estaba haciendo la mili en el cuartel de San Francisco. El joven al mismo tiempo trabajaba ayudando a su padre en el negocio familiar, Villar Foto, en la calle del Paseo de la ciudad, a la que la palentina tardaría aún en mudarse. «Fuimos novios cinco años y medio por carta. Nos escribíamos todos los días sin excepción», recuerda. Se casaron el 23 de octubre de 1960 en la iglesia de San Miguel de Palencia y se fueron de luna de miel en coche hasta Barcelona, haciendo paradas en Burgos, Logroño, Zamora y Tarragona. Milagros solo tiene recuerdos buenos de aquel viaje y, en general, de su vida, que se escribe en paralelo a la de su marido. «Fue el amor de mi vida, pero también mi amigo y mi compañero», admite. Lo perdió en el 2002, cuando falleció después de una larga enfermedad.

La palentina vive en Ourense desde el mismo año en que se casó. «La noche en la que llegué nos fuimos a cenar a lo que era el Bar Azul, en el parque de San Lázaro, y me encontré con que me habían organizado una fiesta sorpresa los amigos de Miguel Ángel. Ourense me encantó desde el primer día. Me quedé fascinada con As Burgas, con la plaza Mayor y sus soportales... y la gente me acogió de maravilla, de hecho sigo teniendo unas amistades buenísimas», cuenta. En este punto no puede evitar emocionarse, pues hace apenas unos días despidió a una de sus grandes amigas, Carmucha, viuda del empresario Luis Aragonés. «Para mí fue como una madre desde el día en que llegué. Me enseñó muchísimo y me acompañó en todo, en lo bueno y en lo malo», afirma.

En Ourense crio a sus tres hijos —los dos últimos heredaron la profesión de su padre y son fotógrafos— y también a sus siete nietos. «Fui siempre ama de casa, aunque iba mucho a la tienda de fotos a echar una mano en el mostrador», comenta.

Milagros Alonso y Miguel Ángel Villar, el día de su pedida de mano en 1960
Milagros Alonso y Miguel Ángel Villar, el día de su pedida de mano en 1960

Abierta y divertida

Milagros es una mujer moderna, abierta, alegre y feliz que ha tratado siempre de vivir la vida a su manera, es decir, rodeada de los suyos y salpicada de buen humor. «A Miguel Ángel y a mí nos encantaba estar fuera de casa. Éramos socios del Liceo y nos apuntábamos a todas las cenas que hacían. Tengo buenísimos recuerdos allí y también en las fiestas de A Ponte, de estar en La Troya hasta las siete de la mañana sin parar», confiesa.

«Lo mejor que he hecho en mi vida son mis hijos y criar a mis nietos», asegura. Aunque en lo demás no se ha quedado atrás y Milagros ha cosechado un buenísimo y férreo grupo de amigas, que es como su familia. «Nos vemos a diario porque yo salgo todos los días a la calle, no perdono ni uno, aunque caigan chuzos de punta», explica. Y no llega a casa antes de la hora de cenar. En verano es posible encontrársela con sus amigas en las terrazas de la calle del Paseo y en invierno van buscando su rinconcito en distintas cafeterías. También organizan cenas, fiestas y no perdonan ni una sola obra de teatro en el Principal.

«Es como si fuese ourensana porque llevo aquí 63 años y aquí voy a seguir», dice Milagros, que una vez al año visita a su hermana en Palencia. Es una excelente cocinera, la chef favorita de todos sus nietos, y vive con su perra, una dálmata a la que llaman Perlita. Le encantan las telenovelas turcas y especialmente Cuéntame. «Nunca me la pierdo. He vivido muchas de las situaciones de las que habla», termina.

De ir al cine a diario con su marido a recorrer España con amigas

Milagros Alonso lleva más de sesenta años viviendo en Ourense, una ciudad que ya es la suya por derecho. De ella le gusta todo y en cualquier época del año. «En verano me encanta la zona de Oira e ir a las piscinas. Este año fui con uno de mis nietos, pero cuando eran pequeñitos me los llevaba a todos», dice.

Le encanta ir al cine. Cuando llegó a la capital iba al de la familia de su marido, el Yago, en A Ponte. «Luego llegó una época en la que nos escapábamos todas las noches después de cenar al Cine Avenida. Era maravilloso», recuerda. Ahora que está el de Ponte Vella va menos, pero no por falta de ganas, si no porque le da pereza ir sola. «A mí me gusta hacer todo acompañada», confiesa. Y tanto. Precisamente cuando se quedó viuda, cogió de la mano a su amiga Carmucha y juntas se recorrieron España. «Hacíamos todos los viajes del Imserso sin excepción y luego hasta llegamos a ir a Lourdes y a Jerusalén», confiesa Milagros, que no se pierde su misa diaria.

Quién es. María Milagros Alonso Caballero nació el 21 de agosto de 1939.

A qué se dedica. Con 15 años se enamoró del que fue su marido, el ourensano Miguel Ángel Villar, hasta que falleció en el 2002. Toda su vida ha sido ama de casa.

Su rincón. «Siempre he vivido entre mi casa y la calle del Paseo, donde estaba antes Villar Foto. Pero me llamó mucho la atención lo que contaba mi marido de que la plaza Mayor de Ourense, por su inclinación, tenía forma de corazón, así que escojo ese rincón», razona Milagros.