Chus Ferreiro, enfermera: «Lograr que la diabetes no limite a los niños es mi mayor satisfacción»

María Cobas Vázquez
maría cobas OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Chus Ferreiro elige como su rincón la plaza de As Mercedes, entrada al casco viejo.
Chus Ferreiro elige como su rincón la plaza de As Mercedes, entrada al casco viejo. Miguel Villar

La profesional de la Unidad de Educación Diabetológica Pediátrica del CHUO se jubila esta semana

10 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Soñaba con ser médica. Pero no pudo ser. El año que tenía que empezar la universidad, los padres de Chus Ferreiro no podían costear el traslado de su hija menor a Compostela para estudiar Medicina, así que hizo el examen para entrar en la Escuela de Enfermería de Ourense. Aprobó y comenzó así una larga carrera profesional que está a punto de rematar. Ya nunca quiso cambiar. Porque pudo. «En segundo mis padres me dijeron que podía irme a Santiago, pero me encantaba lo que hacía y dije que no», relata. Los tres cursos tenían un marcado carácter práctico y desde el principio Chus se enamoró de la profesión. «Era una carrera muy humanitaria. En el hospital éramos todos como una familia. Ahora es imposible porque somos un macrohospital», apunta. Cita entonces cuestiones como cuando ayudaban a los pacientes con sobrepeso a perder unos kilos antes de entrar en quirófano para una operación de cadera.

En las prácticas en Neonatología, que pidió repetir, supo que aquel era su servicio. Cuando remató, —«entonces tenías trabajo fijo, sin necesidad de oposición», relata— consiguió una plaza en prematuros. «Me gustó desde el principio», añade. Podría pensarse que con su título en la mano, Chus dejó de estudiar, pero lo cierto es que no ha dejado de formarse en estos más de 40 años de profesión. «Tienes que estar aprendiendo y olvidando lo que has aprendido porque la tecnología es así», cuenta. Toca actualizarse continuamente.

Recién acabados los estudios, se fue con otras tres amigas de vacaciones. Durante tres semanas recorrieron la Costa Azul francesa y el norte de Italia para acabar en Roma. Iban a bordo del R5 que le habían regalado sus padres y dormían en cámpings. De vuelta, hicieron parada en Castelldefels para visitar a una amiga que les comentó que el Clinic de Barcelona iba a abrir una especialidad en Pediatría. Chus consiguió una plaza, lo que suponía viajar todas las semanas en tren a la Ciudad Condal —«21 horas»— para ir a clase mientras seguía trabajando en Ourense. «Fueron dos años así y en el último ya pude hacer algún viaje en avión», relata.

Estuvo haciendo turnos durante una década y después fue nombrada supervisora. «Neonatos era entonces un lugar muy cerrado a las familias. Era muy hermético», recuerda. Por aquel tiempo llegó al servicio una psicomotricista que hizo una encuesta anónima entre los padres para saber cómo se sentían. «Le enseñábamos a un niño con cables y tubos, y ya ni venían a su hijo», recuerda. Decidieron hacer cambios. La información se daba a pie de cuna, con un lenguaje menos distante, y se comenzó con el método canguro y el piel con piel. «Había gente muy reacia», recuerda. Pero se dieron pasos: reduciendo el sonido de las alarmas, bajando la intensidad de la luz, dándoles caricias a los bebés... Así que desde el servicio decidieron formarse más y durante tres años, un médico y cuatro enfermeras (entre ellas Chus) viajaban todos los viernes a Vigo, donde se quedaban hasta el domingo.

En el 2011 pidió dejar la jefatura. «Echaba de menos el contacto con el paciente», dice. Finalmente un año después, y tras 24 en el cargo, dejó de ser supervisora en Pediatría y se pasó a Nutrición. Ya había estudiado la especialidad en el Instituto de la Salud de Barcelona a través de la UNED y tuvo la oportunidad de formarse en el hospital Ramón y Cajal junto a la endocrina Raquel Barrio, «una apasionada de la diabetes», dice Chus. «Y yo la amé igualmente», explica. «Te engancha. Poder ayudar a los niños y a sus familias a entender la enfermedad para que tomen las riendas es muy satisfactorio», resalta la enfermera de la Unidad de Educación Diabetológica Pediátrica. De hecho, cuando hay un debut, los pacientes pasan cinco días ingresados para explicarles cómo manejarse en la nueva situación. También forman al personal de centros de menores o colegios. «Cuanto más sepamos todos de la diabetes, mejor. Lograr que la enfermedad no limite la vida de los niños es mi mayor satisfacción», remarca. Por eso cree que es fundamental apostar por las enfermeras educadoras: «Que haya quien te diga cómo tienes que hacer las cosas, no ir a una consulta y que te den un papel».

El último día antes de jubilarse volverá al hospital para despedirse

Chus Ferreiro está disfrutando de los días que los sanitarios van acumulando por los años trabajados. Ya no volverá al CHUO hasta el miércoles. Será la última jornada de su larga carrera profesional, aunque ella misma confiesa que seguirá en contacto con su equipo. Sabe que en la despedida se emocionará, pero no cree que pueda superar lo vivido hace una semana. El domingo la llamaron para atender una urgencia y cuando llegó lo que se encontró fue a un grupo de pacientes con sus familias. «Es el mayor reconocimiento que he tenido a mi trabajo en mi vida», destaca. Se los lleva en el corazón porque el trato va mucho más del habitual sanitario-paciente. Todos tienen su número de teléfono para poder contactar con ella en caso de urgencia. «Nunca han abusado para nada de tenerlo, al contrario, son muy respetuosos y todo lo que haces por ellos te viene de vuelta», destaca.

A partir del miércoles, disfrutará leyendo, retomando las clases de inglés y dedicándose tiempo a sí misma y a su familia.

DNI

Quién es. María Jesús Ferreiro nació el 10 de diciembre —«aunque me inscribieron el 13»— de 1958 en Vilar de Barrio. Siempre ha vivido en Ourense.

A qué se dedica. Tras toda una vida dedicada a la enfermería, el día de su cumpleaños pasará a estar jubilada.

Su rincón. «Me encanta el casco viejo: ir a los vinos, tomar el aperitivo, pasear, la plaza de As Mercedes, As Burgas... Me gusta mucho y creo que deberían sacarle más partido».