A principios de los 90 se inició la recuperación del traje de un personaje que toma su nombre del látigo que porta, el vergallo, hecho con los genitales de un buey o un caballo
12 feb 2024 . Actualizado a las 17:17 h.El municipio de Sarreaus es otro de los ejemplos de cómo la implicación de los vecinos puede lograr recuperar y mantener viva la tradición del entroido más propio y singular en un mundo cada vez más globalizado. En una provincia en la que el llamado triángulo mágico de Laza, Xinzo y Verín acapara buena parte del interés de quienes se sienten atraídos por la singularidad de la fiesta del carnaval ourensano, poco a poco el esfuerzo de otros concellos va haciendo que esos visitantes diversifiquen sus objetivos. Es el caso de Sarreaus, que ya antes de la pandemia contaba los asistentes a su día grande por miles.
El Concello inició a principios de los 90 la recuperación del traje artesanal de los vergalleiros, que toman su nombre del látigo que portan, el vergallo, hecho, según reza la tradición, con los genitales de un buey o un caballo La máscara blanca y sonriente, no se limita a la cara, sino que se funde con un tocado que simula un sobrero con doble altura y cuatro picos de los que cuelgan pequeñas esquilas y que en su frontal lleva la cara de un buey o toro. Es una de las singularidades de esta figura que porta un traje compuesto por una blusa blanca de lino o algodón, chaleco negro de fieltro, polainas blancas con pompones rojos y faja del mismo color. Un cuerno de vaca que van haciendo sonar a modo de llamada para que la gente se una a la fiesta completa la indumentaria. Para seguir incentivando la incorporación a la celebración carnavalera por parte de las nuevas generaciones, desde el Concello organizaron una fiesta infantil el pasado viernes en la plaza de Sarreaus. Los vecinos han secundado el esfuerzo institucional y hoy son cientos los trajes que aguardan en las casas para ser lucidos al llegar esta época.
La concejala Beatriz Gómez expresaba además su satisfacción por las ganas de fiesta que se respira en las localidades del municipio este año. Quizá porque ya va quedando atrás la pesadilla de la pandemia de covid. «Hai pobos adornados de entroido e a xente vese moi animada», apunta. El día grande de la celebración es el domingo gordo, pero eso no implica que el espíritu de la fiesta no esté presente desde mucho antes entre los vecinos que preparan con esmero la celebración y algunos incluso se ponen el traje y salen a disfrutar por las calles en jornadas precedentes.
El programa arrancó el domingo con el pasacalles de la charanga BCB que se encargó de ir calentando el ambiente de cara al gran desfile. Ahí fue cuando los personajes tradicionales salieron en masa a tomar la localidad al ritmo del folión A Caniceira. Aunque no fueron los únicos porque en Sarreaus se ha mantenido además la figura del peliqueiro que es miembro de pleno derecho también de esta fiesta. A estos dos personajes tradicionales acompañaron el resto de carrozas.
Este año no faltó, como es costumbre, las buenas viandas para reponer fuerzas. El plato fuerte fue el cerdo asado, y el vino de la última cosecha, que se sirvió de manera generosa.