«En el 2010 el doctor González Rivas me operó de cáncer de pulmón con dos pequeñas incisiones»

María Cobas Vázquez
maría cobas OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Ana María Briz con el doctor Diego González Rivas, que la operó en dos ocasiones.
Ana María Briz con el doctor Diego González Rivas, que la operó en dos ocasiones. Santi M. Amil

Ana María Briz fue una de las primeras pacientes que intervino el cirujano coruñés con su novedosa técnica mínimamente invasiva

24 feb 2024 . Actualizado a las 15:41 h.

En un viaje a Polonia con sus alumnos del IES Martaguisela de O Barco de Valdeorras, Ana María Briz visitó unas minas de sal de las que salió con un catarro que la llevó al médico. La atendió el padre de uno de los escolares con los que los ourensanos estaban de intercambio y, además de darle antibióticos, le recomendó volver a mirarse cuando regresase a España. Era mayo del 2010, pero no fue hasta un mes después que Ana María volvió a consulta. «Hacía deporte y en los estiramientos me venía como un líquido salado a la garganta, como cuando lloras», recuerda. Tras insistir le hicieron una radiografía que desveló una mancha que interpretaron como neumonía. Le recetaron más antibióticos. Pero Ana María no mejoraba y la mancha en su pulmón derecho crecía. Tras descartar tuberculosis y, tras insistir, acabaron haciéndole la broncoscopia que ella reclamaba y llegó el diagnóstico: cáncer de pulmón bronquioalveolar. Era el 17 de agosto. Tenía 53 años.

En noviembre seguía aguardando por una fecha para operarse. Y no lo llevaba bien. «Estaba desesperada», reconoce. Hasta que, de casualidad, un día su marido descubrió al médico Diego González Rivas en un reportaje de La Voz. Leyó que estaba realizando en A Coruña una técnica novedosa y muy poco invasiva para operar el cáncer de pulmón. Y la animó a llamar. «Hablamos y me dijo que fuese a verle a la consulta. Si fui un martes, el jueves estaba operada», recuerda Ana María, que se emociona al explicar que a los dos días recibió el alta y a las quince estaba haciendo vida normal. Nada que ver con lo que le habían anunciado desde el Sergas.

«En Ourense había hecho un mes de rehabilitación preoperatoria para explicarme por ejemplo cómo me tenía que levantar», recuerda. La preparaban, dice, para una cirugía (era el 2010) que suponía grandes incisiones en la espalda y daños en al menos una costilla flotante para poder llegar al tumor. Eso suponía un postoperatorio mucho más duro. «El doctor siempre cuenta que al oír los gritos de dolor de los pacientes operados se ponía enfermo», señala. De ahí que buscase una alternativa. La encontró y la lleva aplicando desde entonces.

A Ana María no le dio miedo que se tratara de una técnica novedosa. «¿Cómo no me iba a fiar de alguien tan entusiasta?», dice. Habla de un equipo «bárbaro» que le dio «todas las garantías». Además, seguía sin fecha para una operación y estaba desesperada. «Cuando tienes todo que ganar y nada que perder, haces lo que sea», dice. Se refiere a avanzar en su recuperación. Lo logró, aunque no del todo. El cáncer se extendió y precisó de una segunda intervención en la que le extirparon lo que le quedaba el pulmón derecho. Y acabó pasando al izquierdo, pero ya sin posibilidad de operación. Tras pasar por quimioterapia durante dos años y medio, lleva más de una década a tratamiento con pastillas. «Seguiré hasta que deje de hacer efecto... pero llevo trece años y con las investigaciones que hay ahora confío en que si este deja de funcionar haya otro», señala. Ahora la llevan en el Hospital de Valdeorras. Porque ella es una firme defensora del sistema público, aunque en el caso de sus operaciones acabó recurriendo a la sanidad privada para evitar la larga espera que le estaba pasando factura mental y que cree que provocó que la metástasis que no tenía en el momento del diagnóstico inicial llegase después. «Mi madre decía: ‘¿Para qué son tus bienes? Para remediar tus males.’ Y yo he aplicado el cuento siempre».

Sigue agradecida a González Rivas y a su equipo y por eso no quiso perderse la gala solidaria que la fundación del médico organizó anoche para recaudar fondos para sus proyectos en África. Ante un día frío marcado por la lluvia, Ana María llegó a plantearse quedar en casa, pero lo descartó: «No podía faltar».

Alrededor de 400 personas asistieron a la gala solidaria.
Alrededor de 400 personas asistieron a la gala solidaria. Santi M. Amil

Cerca de 400 ourensanos apoyaron la gala solidaria

En el 2010 el médico Diego González Rivas ideó el método Uniportal, que ha cambiado la forma de operar el pulmón. Desde entonces ha realizado miles de intervenciones con una técnica mínimamente invasiva. Trabaja en hospitales privados de A Coruña, Madrid, Portugal, Alemania, Kuwait y China. Compagina su actividad profesional con programas de voluntariado en el que lleva su técnica a poblaciones vulnerables. Con este objetivo creó en el 2023 su propia fundación, que anoche organizó una gala solidaria en Ourense. El objetivo era recaudar fondos para el mantenimiento de la unidad quirúrgica móvil que la organización instalará en África este mismo año. Se trata de una innovadora infraestructura impulsada por el cirujano gallego, que permitirá llevar a cabo intervenciones quirúrgicas vitales para pacientes de diversos países del continente africano. Gracias a esta iniciativa, González Rivas podrá operar a más de diez pacientes jóvenes a partir de junio, brindándoles una segunda oportunidad de vida.

En su trabajo en Galicia, González Rivas ha operado a decenas de ourensanos que ayer quisieron acompañarle y apoyarle en la gala solidaria en la que se reunieron alrededor de 400 personas. En el transcurso del evento presentado por Mónica Martínez y Rubén Riós se subastaron dos cuadros, uno de Vidal Souto y otro de Carmen Touza. Carolina Rubirosa puso la música en directo.