
El talentoso centrocampista valdeorrés cerró su etapa en el Barco fiel a su estilo, con un ascenso a Tercera y una Copa Diputación a los 43 años
06 jun 2025 . Actualizado a las 14:01 h.La trayectoria de Rubén García Martínez (O Barco de Valdeorras, 1981) ha calado en buena parte del territorio nacional. Aunque no llegó a asentarse en la élite, jugó en ciudades con un notable ambiente de fútbol y se convirtió en uno de los centrocampistas mejor valorados en la Segunda B, hasta el punto de disputar siete fases de ascenso a la categoría de plata del balompié profesional, con éxito en Eibar (2007) y Lugo (2012).
Después de catorce campañas consecutivas en ese escaño de bronce, Rubén aún ofreció sus servicios durante una década al equipo de sus amores, el Centro de Deportes Barco. Acaba de saldar la deuda de campeonar en la Preferente Futgal y devolver a los de Calabagueiros a la Tercera Federación, firmando además el primer doblete de su historia, al imponerse en la Copa Diputación. Eso le valió para que sus compañeros lo hicieran volar hacia el cielo de O Couto y cerrar un ciclo, aunque parece complicado apartarlo del deporte rey.
«Aunque cumpliré los 44 en diciembre, la verdad es que me siento muy bien físicamente y hubiera aguantado bien los 90 minutos de la final de Copa, a pesar del calor. De todos modos, la Tercera Federación exige un mayor esfuerzo en lo físico y tampoco quería poner al club en un compromiso de tener que renovarme solo por ser de casa. Igual juego en alguno de los equipos de la comarca de categoría provincial», esgrimió el valdeorrés.
Al fin de cuentas, debemos tener en cuenta que García Martínez abandonó su casa con solo 15 años, ante la llamada de un CD Ourense que era el faro futbolístico de la provincia en aquella época: «Llegué en diciembre y jugué pronto en el filial. Con 17, Juan Luis Hernández Fuertes me hizo debutar en Segunda División. Aunque descendimos ese año, había jugadores como Fernando Currás, Quique Estebaranz y Pedro Riesco, en los que me fijé mucho».
El valdeorrés duró poco en su provincia, porque equipos de superior categoría apostaban fuerte por él: «La verdad es que me marché con dolor de corazón, porque Manolo Rois estaba decidido a que me quedara, pero la oferta del Levante era irrenunciable, con tres años garantizados, aunque al final terminé en la Segunda B, de la mano de la mano de Jesús Mari Gómez Fuertes. Allí coincidí con un exjugador del Celta, Geli, que me aconsejó que firmara siempre por un año. Y así lo hice siempre. Aunque es verdad que algún contrato más largo pudo llevarme más arriba, estoy bastante contento con mi carrera. Me he divertido mucho jugando al fútbol».
Los años buenos de Rubén le valieron para aceptar siempre propuestas interesantes y, aún sin salir del tercer nivel estatal, pasó por plazas como la de Santander, Zamora, Eibar, León, Oviedo, Irún, Lugo, Logroño y Salamanca, entre otras.
En el Tartiere coincidió en el banquillo con Pichi Lucas, que a bote pronto lo define sin exprimir demasiado su memoria: «Es un crac». Tampoco tarda más en explicarse: «Rubén ve muy bien el fútbol, un jugador impresionante que siempre mueve el balón con mucho criterio, pero es aún mejor persona, en Oviedo ayudó mucho al equipo».
La leyenda céltica recuerda ese curso 2009/10 con cariño, al igual que la aportación del ourensano, que era uno de los habituales en sus alineaciones: «A mí en particular me apoyó mucho. Llegamos en una situación complicada y remontamos hasta jugar el play off, que no nos salió bien y nos apeó el Pontevedra. De todos modos fue un año muy bonito, con más de 15.000 aficionados en las gradas en cada partido y jugando un buen fútbol».
Del aprendizaje en el norte al espejo de Xabi Alonso
A la hora de repasar su prolongado viaje futbolístico, Rubén García resalta lo que se siempre le ha apasionado, valorando sobre todo el hecho de que ha dispuesto siempre de muchos minutos para expresarse en el campo: «Me gusta tener buen trato de balón y asociarme con los compañeros, alternar el pase en corto con los más largos, pero también evolucionar. Cuando algo te gusta siempre quieres mejorar».
Y al hablar de aprendizaje, valora mucho sus experiencias en el fútbol vascos: «En Eibar, sobre todo, y en Irún tuve claro que el fútbol era algo más que mover el balón. También tienes que ser solidario, ayudar por delante de la defensa. Además siempre se me han dado bien los duelos aéreos. Quizás por eso me fijaba mucho en un jugador como Xabi Alonso».
Además del nuevo entrenador del Real Madrid, Rubén extrae nombres propios de su recorrido y se queda con la clase del israelí Yossi Benayoun, con el que coincidió en el Racing. «Fue el que más me impresionó», apuntó antes de recordar a otros: «En el Levante coincidí con Vicentín, que después estuvo en el Valencia. En Santander me gustaba mucho lo que hacía Jonatan Valle y en el Eibar la habilidad como extremo de Lluis Codina. En Lugo, me sorprendió Carlos Pita desde el primer día que lo vi».
En cuanto a los técnicos que lo marcaron, el barquense resalta que de todos ha aprendido algo distinto, si bien Gómez Fuertes le pareció un «adelantado a su tiempo», para añadir a continuación: «Con Fuertes ya hice cosas a los 19 años que trabajaba con otros entrenadores varias temporadas después. De todos modos, siempre puedes mejorar un poco más. También me causó una gran impresión el carácter y la competitividad de Álvaro Cervera, con el que estuve en la Cultural Leonesa y en Irún».