La cesta de mimbre ya no se estila: la Navidad llega en carretilla y ataúd

BARBADÁS

Una funeraria y un bar ourensanos sorprenden con sus sorteos
11 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.En todo negocio rige el lema de renovarse o morir. Y eso se aplica incluso a las cestas navideñas. Hasta en el sector funerario. Fue en el 2018 cuando Arturo Varela le dio una vuelta de tuerca a la cesta que sortea en Funeraria Ourense, en A Valenzá (Barbadás). No solo es curiosa su cesta por el contenido -además de los típicos licores, vinos y embutidos, el premio de la rifa incluye también una televisión e incluso una Thermomix- sino por el continente: un ataúd. «Chámalle moito a atención á xente», confiesa Varela, que ayer mismo se afanaba en colocar el escaparate, en el que es habitual ver a curiosos mirando. Y es que aunque los vecinos ya se han acostumbrado, siempre hay quien escudriña desde el otro lado de la cristalera para ver los productos que hay en la cesta. Entre los que son nuevos viendo el escaparate, las caras de sorpresa lo dicen todo. Y pocos son los que se resisten a entrar para tentar la suerte... de la cesta. Por 10 euros, uno se lleva tres números. El que tenga el coincidente con el ganador en el sorteo del Día del Niño, se la lleva. «Para o sorteo do 22 xa hai moitas cestas, por iso nós imos co de Reis», apunta Varela.
En total, dentro del ataúd hay productos valorados en unos 2.300 euros. No está incluido en esa cantidad el precio del féretro, que Varela lanza casi a modo de reto que va incluido en la rifa. Dice entre risas que «de momento, ningún gañador o quixo levar».

Sobre ruedas en Castadón
Más fácil de transportar es la cesta que sortean en el café bar estanco Castadón, en el pueblo del mismo nombre, en O Pereiro de Aguiar. Hace «cuatro o cinco años», a Andrés Domínguez se le ocurrió cambiar la tradicional cesta de mimbre por una carretilla. La idea tuvo un gran éxito, según cuenta, así que decidió instaurarla. Igual todavía no es tradición, pero sí una costumbre que sigue llamando la atención de los clientes. Tanto es así, que la primera carretilla ya tiene todos los números vendidos, así que ayer mismo Domínguez preparaba una segunda. El que quiera hacerse con ella debe pagar 5 euros y esperar a que sus cifras coincidan con las dos últimas del Gordo de Navidad. «La gente la carretilla no la quiere para trabajar, pero se la llevan igual», cuenta entre risas. Antes, eso sí, los precavidos ganadores la vacían, no vaya a ser que en una curva se mueva la carga y acabe en el suelo, rota. En la cesta-carretilla de Castadón hay «rones, bebidas y cosas típicas de Navidad» valoradas en unos 400 euros.
Para los que prefieran ir sobre seguro, Domínguez ha puesto a la venta productos del bar que había comprado antes del confinamiento y que ahora busca darles salida. «Teníamos bastante cantidad de algunos productos y los hemos puesto casi a precio de coste para sacarlo, es una ventaja para todos», señala, en referencia a que el cliente compra más barato y el bar se va deshaciendo de estocaje.