Investigadores del proyecto Frontespo analizan la variedad de vocabulario existente en los bordes geográficos con Portugal

Pablo Varela
Periodista en La Voz de Carballo. Puedes contarme tu historia o sugerirme una a través de este mail: pablo.varela@lavoz.es

En Santiago de Rubiás, un pequeño pueblo del concello ourensano de Calvos de Randín, el jamón también es presunto, la navaja puede ser una faca y el tenedor un garfo. Es la herencia lingüística de años y años de contacto entre gallegos y portugueses en la Raia Seca. A ambos lados de la frontera, el vocabulario de los vecinos se entremezcla y afloran los matices, también las variaciones del lenguaje. «Pero aquí todos nos entendemos», apunta Francisco Rodríguez, residente en Rubiás.

En el año 2016, Francisco y Dolores González, su mujer, fueron entrevistados por investigadores del proyecto Frontespo, coordinado por el profesor pontevedrés Xosé Afonso Álvarez, de la Universidad de Alcalá, y que analiza la diversidad léxica en los bordes geográficos con el país luso. Desde el estuario del río Miño hasta el término del Guadiana, en la localidad onubense de Ayamonte, han documentado cientos de horas de grabaciones, un patrimonio imperecedero que toca de cerca a poblaciones como Arbo, en Pontevedra, o Castromil, con un pie en el concello ourensano de A Mezquita y el otro en el zamorano de Hermisende.

«No que poderíamos definir como unha fase piloto, do ano 2015 ó 2017, tivemos financiamento do Goberno e dividimos os 1.200 quilómetros da Raia en dez áreas, collendo catro ou cinco localidades en cada unha delas, buscando sempre un equilibrio entre España e Portugal», detalla Álvarez. La idea principal del proyecto es analizar el estadio lingüístico actual de estos territorios. «E iso ten unha posible explotación complementaria, un aproveitamento secundario», agrega Álvarez.

Lo que rompió Schengen

En Calvos de Randín, la historia de los años del contrabando sigue muy viva. David Rodríguez, investigador oriundo de Redes (A Coruña), recorrió la zona durante la primera fase del proyecto entrevistando precisamente a vecinos como Francisco y Dolores, herederos de palabras que afloraban en años de incursiones entre ambos países.

«Nestes ámbitos rurais, as variacións léxicas son prolíficas. A Raia xeopolítica non é necesariamente lingüística, porque hai fenómenos que ían máis alá dunha liña fronteiriza. Co proxecto buscamos demostrar que hai trazos fonéticos que van dun lado a outro», razona Rodríguez. La paradoja es que fue la puesta en marcha del espacio Schengen, con la apertura de fronteras, lo que trastocó esta dinámica. «O que che din algúns veciños é que acabou ca tipoloxía de negocio que había nestas zonas, e empobrecéronse», indica. Es decir, que la frontera, para algunas cosas, es más frontera que antes.

Francisco sonríe al recordar que, antaño, había jornadas en las que se pasaban el día entero con sus vecinos portugueses, en la montaña. Los investigadores de Frontespo determinaron el estudio de áreas que se adentran 15 kilómetros al interior de cada país desde el borde, un auténtico mapa de jergas y acentos que habla de la realidad de A Raia: para quienes habitan allí, hablar de límites geográficos es poco más que una anécdota. «Aquí fálase un galego distinto, un castelán distinto e un portugués distinto», incide Francisco, que alude al caso de Turei -la población de Tourém, en Portugal, a escasos minutos de Calvos de Randín-: «Falan o castelán coma nós, pero o seu acento portugués é moito máis marcado. E se te achegas de Braga para abaixo igual xa non entendes todo», explica.

Xosé Afonso Álvarez razona que la heterogeneidad del vocabulario en las zonas de A Raia responde a las idas y venidas constantes por la amistad de vecinos, los años del estraperlo y también las romerías. «Hai cuestións específicas de cada localidade», apunta. Pero el problema está, como casi siempre, en el relevo generacional. «Os rapaces máis novos xa non están tanto con isto», dice Dolores, sonriendo.

Los municipios ourensanos de A Gudiña y A Mezquita serán analizados en la segunda ronda del proyecto, este verano

La idea de los investigadores de Frontespo es, poco a poco, ir completando zonas de la frontera que todavía están por explorar. La pandemia de coronavirus frenó la hoja de ruta prevista para la segunda ronda del proyecto, que contempla nuevas muestras personales en concellos como A Gudiña y A Mezquita, ambos al sureste de la provincia de Ourense. «Se os pronósticos epidemiolóxicos son favorables, a idea é facelo no verán deste ano. A grandes rasgos, o que buscamos é unha análise exhaustiva dos territorios da Raia, e tocar o maior número de poboacións posibles dentro desa franxa», ahonda Xosé Afonso Álvarez. El objetivo es ir bordeando la línea fronteriza por el entorno de Zamora y Bragança, yendo a núcleos muy concretos con más intensidad.

Xosé Afonso González, profesor en la Universidad de Alcalá, coordina el proyecto Frontespo
Xosé Afonso González, profesor en la Universidad de Alcalá, coordina el proyecto Frontespo

Ya durante los meses de agosto y septiembre del año pasado, cuando la segunda ola de la pandemia aún no se había hecho palpable en el país, Álvarez y sus colaboradores trabajaron en áreas de Extremadura como Olivenza (Badajoz) y Cedillo (Cáceres). «Falamos case que de territorios lusófonos que están xeográficamente en España. E nós non imos traballar no referente a temas etnográficos ou históricos, pero entendemos que é moi relevante seguir facendo pesquisas», estima este profesor gallego de la Universidad de Alcalá.

Que estar frente a frente ante los vecinos, y no a distancia, es la única vía factible para registrar el máximo posible de su vocabulario, tiene su lógica. «Para nós, documentar a realidade lingüística destes territorios vai ligado a coñecer como era, e é, o día a día dos veciños. E o que nos interesa é ter unha conversa relaxada, máis ou menos libre. Que o veciño esqueza que está nunha entrevista para dar un rexistro de tipo oral», razona.