La casa de un matrimonio de Castrelo do Val ha quedado reducida a cenizas, pero pudieron salir a tiempo porque los despertaron y los ayudaron a salir
02 dic 2022 . Actualizado a las 21:19 h.«Esperteime porque os veciños me gritaban que me estaba ardendo a casa. Se non fose por eles eu non estaría aquí. Non teño como agradecerlles que nos salvaran a vida, de verdade. É impagable. Sempre estarei en débeda con eles», afirma el vecino de Gondulfes, una pequeña aldea de Castrelo do Val, cuya casa ardió por completo. Cuando el hombre, de 83 años, se despertó, su mujer, de 79, no estaba a su lado. «Parece que ela si que se espertou co incendio e levantouse da cama para ir mirar que pasaba, pero co fume intoxicouse e rematou caendo case na porta da casa. Estaba tirada no chan», explica, entre lágrimas. «Dous veciños entraron ata aquí xogándose a vida e sácarona para fóra», recuerda. Una ambulancia la trasladó al Hospital de Ourense. Allí se recupera de las quemaduras y de los problemas respiratorios que le provocó la intoxicación, aunque está estable y su marido espera que en unos días le den el alta. A él, que es asmático, el jueves por la mañana se lo llevaron al Hospital de Verín y, tras comprobar que estaba bien, le dejaron irse.
El matrimonio dormía plácidamente cuando se inició el fuego. Tenían apagados los radiadores de toda la casa, por lo que creen que lo que provocó el incendio fue un cortocircuito. La vivienda estaba formada por un total de nueve habitaciones, una cocina, dos baños y un salón. Todo ha quedado reducido a cenizas. «Esta casa era do meu tataravó e aos meus anos xa non me vexo con forzas nin con tempo para poder reconstruila. Eu quérolle moito á aldea e a Verín pero non sei que faremos», admite el octogenario. Todavía se investigan las causas que iniciaron el incendio, aunque ya tienen confirmado que el seguro se hará cargo de todo. «Non sei cal será o porvenir que teremos. Isto é moi duro. Agora é momento de dar grazas por seguir aquí e o único que desexo é que a miña muller volva conmigo canto antes», afirma. Junto a ella en el CHUO se está quedando su hijo, que vive en Oviedo, pero vino este jueves a Ourense de inmediato, en cuanto se enteró de lo ocurrido.
«Din que máis lle fixeron a Cristo...», contesta este hombre a los vecinos que se acercan a preocuparse por él y su mujer. No son pocos los que suben hasta su casa para interesarse, para mostrarles su cariño, para ayudarles en lo que pueden. Allí está él, como mimbre que se dobla pero no se parte, esperando a que vuelva su mujer. Recoge lo que puede entre los escombros. Le ayudan sus cuñados y algunos amigos.
Él sabe de valentía, de fortaleza y de optimismo; y aunque sobre todo demuestra gratitud por quienes le salvaron, todavía tiene el miedo en el cuerpo. El incendio no es lo más duro a lo que ha tenido que enfrentarse el matrimonio de Gondulfes. Hace apenas un año perdieron un hijo. «Ás veces vén todo en cadea», suspira. Celebrará la vida cuando se reencuentre con su mujer, cuando pase un tiempo y el susto se le quite de encima. Por ahora quiere dejar claro un mensaje: «Aos meus veciños, que nos salvaron a vida: grazas».