Más allá del desierto

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Una de las piezas de la exposición de Acisclo Manzano en el centro cultural Marcos Valcárcel.
Una de las piezas de la exposición de Acisclo Manzano en el centro cultural Marcos Valcárcel. Santi M. Amil

Los eremitas de Acisclo Manzano llegan al centro cultural Marcos Valcárcel

05 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Los ojos de las estatuas lloran su inmortalidad». Gómez de la Serna.

La exposición Eremitas de Acisclo Manzano es una extraordinaria exhibición que muestra la maestría y el talento de uno de los escultores más importantes y reconocidos de Galicia. El artista ourensano rinde homenaje a los eremitas que, abandonados al misterio de lo trascendente, se instalaron en la soledad del Locus eremus de las Ribeiras del Sil, en San Pedro de Rocas en el siglo VI. Dejaron en la inscripción de una lápida, Hereditas nostri Evfrasi, una herencia como compromiso con la humanidad en la que se leen los nombres de los anacoretas: Eufrasio, Eusano, Quinedo, Eato, Flavio y Rvve. Se conserva en el también abandonado a la incertidumbre, Museo Arqueológico Provincial de Ourense.

La inscripción considerada tradicionalmente Fita fundacional —cuya traducción textual sería: El patronato hereditario de esta iglesia es de nosotros cinco, Eufrasio, Euga, Quinedio, Eato y Flavio, que la hemos edificado y dotado, siendo Vitimer obispo en el año 573— podría, además, tener un contexto funerario añadido.

Cada una de las obras autónomas, trasladan, a través de la mirada de Acisclo que ha hecho de su nombre profesión, ya que este alude a la escultura etimológicamente, su búsqueda de la espiritualidad, la soledad y la conexión con la naturaleza. El artista logra crear un diálogo entre la materia y el espíritu, entre la forma y el contenido, entre tradición y modernidad.

Las esculturas, resultado del proceso de investigación y experimentación con los materiales y la (des)figuración; la grafía ascética de las formas y el espacio, los huecos e incisiones provocados por la marca de un dibujo extraordinario, sugerido y sutil, de trazo firme y definitivo que caracteriza la obra del escultor, creando figuras orgánicas y abstractas, que rompen con la representación tradicional. Acisclo utiliza el vacío, el movimiento y la textura para expresar la callada espiritualidad, la adusta soledad, la humildad sin sombras y la conexión con el paisaje de estos eremitas que atravesaron el egipcio desierto de arena anhelando la paz y la trascendencia del verde desierto de la Ribeira Sacra.

Un mural de gran formato

Además de las esculturas que inmortalizan a los anacoretas de San Pedro, Acisclo presenta un mural de gran formato que representa una idealizada Ribeira Sacra de volúmenes redondeados y eleva en coreográfica simbiosis a los eremitas, muestra de la versatilidad y la capacidad de adaptación al espacio del artista, a la coherencia formal y conceptual de sus creaciones, siendo, el académico, conocedor experimentado de materiales y técnicas a lo largo de su dilatada trayectoria profesional.

El escultor utiliza la policromía y la luz para crear una atmósfera mágica y misteriosa, envolvente, que transporta al lugar prehistórico referente, importante punto neurálgico de lo rupestre, enclave mítico de pasado y origen por su trascendencia e identidad, objeto de investigación del extraordinario estudio Ecclesia edificata inter alpes roccas nominata —El complejo rupestre de San Pedro de Rocas— en el que los profesores Jorge López Quiroga y Natalia Figueiras Pimentel, en base a un riguroso análisis, concluyen que bajo el actual complejo arquitectónico de San Pedro de Rocas, se esconde otro tipo de edilicia. Es la que se corresponde con las diversas fases constructivas de tipo rupestre y estaría representada tanto en lo que respecta al ámbito cultural como al habitacional y funerario (Grandal ; López Quiroga; L,Q-Rodríguez Lovelle). Una arquitectura excavada en la roca que está directamente relacionada con unos orígenes vinculados a su vez con el movimiento eremítico, haciendo de San Pedro de Rocas un lugar que entroncaría con una tradición anacorética importante en la Ribeira Sacra, con tumbas antropomorfas excavadas en roca, que incluyen tumbas infantiles datadas del VIII y X. Constatan la existencia y pervivencia de una comunidad no exclusivamente monástica, sino un asentamiento habitacional y cultural rupestre, similar en organización a la Tebaida egipcia, como señala el profesor López Quiroga.

La obra de Acisclo es firma de su compromiso con el arte y con Galicia, testimonio de identidad, sensibilidad, anhelo de la belleza e interés por la cultura, tradición y memoria. El contacto directo con la materia deja la huella en el barro de su gesto y emoción.

Como escultor muralista experimenta, arriesga. Sus orgánicas fórmulas plásticas invitan a reflexionar sobre la búsqueda constante que nos invita a cuestionar los propios valores y creencias.