Curas con sierras mecánicas y hombres crucificados en el pueblo fantasma de Chaioso

Cándida Andaluz Corujo
C. Andaluz OURENSE

MACEDA

Un centenar de voluntarios convierten este lugar de Maceda en un pasaje del terror al que acuden cientos de visitantes

14 ago 2023 . Actualizado a las 18:57 h.

En Chaioso lo pasan de miedo, sobre todo cuando llega el mes de agosto. En el momento en el que el reloj marca las once de la noche, los vecinos se transforman. La apacible aldea ourensana de Maceda se convierte en un laberinto del terror. El Pobo fantasma regresó un año más y de nuevo animó a muchos visitantes a adentrarse en 45 minutos de auténtico terror y humor. Voluntariamente.

Monjas sangrientas y de aspecto moribundo, curas con sierras mecánicas, demonios, hombres crucificados, altares tenebrosos, brujas preparando pócimas, ofrendas con velas y animales o espantapájaros conforman el escenario por el que visitante va recorriendo cada espacio acompañado de un guía poco fiable que hace que la experiencia sea completa. Este fin de semana cientos de visitantes ya disfrutaron de la experiencia del pueblo fantasma que consigue reunir todos los años a más de un centenar de voluntarios que acompañan a los miembros de la asociación vecinal de Chaioso para hacer de esta cita un referente en el estío ourensano.

Este año, los vecinos de Chaioso han querido homenajear al Camino de Santiago, al Primitivo. Recuerdan cuando el obispo Teodoro encontró los restos del apóstol y comenzó la ruta para llevarlo hasta Santiago y a Alfonso II El Casto, el primer peregrino que recorrió los kilómetros hasta llegar a Compostela, creando así la ruta. Mezclan esta parte histórica con la leyenda de Romasanta, el primer hombre lobo y asesino en serie de la historia de España y su devenir por algunas rutas jacobeas. Así, dan forma a una historia terrorífica que preparan durante un mes los 137 voluntarios que participan en esta cita. Son un total de 674 metros de recorrido en los que los participantes viven momentos hilarantes, de sustos y disgustos que, según apuntan los organizadores, a más de uno les han hecho abandonar. «Os que vamos como guías temos en conta a reacción dos participantes. Estamos pendentes por se temos que frear un pouco o se necesitan mais adrenalina» explica Jose Manuel Garrido, uno de los responsables del pueblo fantasma. «Levamos moito tempo preparando todo isto e cando chega o final estamos cansos, pero é un momento agridoce, xa que tamén danos pena dicir adeus, esperar ata o ano que ven», señala. Porque el pueblo fantasma es algo más que una actividad de verano para los vecinos de la aldea de Chaioso. En él participan desde niños de siete años a señores de más de ochenta. «Cada ano ven máis xente. É unha loucura, pero das boas», subraya.