La pastora que mantiene sola un rebaño de 500 ovejas en Maceda: «Non quero renderme»

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA MACEDA / LA VOZ

MACEDA

Pilar es veterinaria de formación y heredó el rebaño de su padre hace 12 años
Pilar es veterinaria de formación y heredó el rebaño de su padre hace 12 años MIGUEL VILLAR

A los 54 años, Pilar Suárez, veterinaria y ganadera, prevé aumentar el número de cabezas porque defiende el potencial del sector ovino

18 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El rebaño del padre de Pilar Suárez llegó a ser el más grande de Galicia. Tuvo 1.200 ovejas, además de vacas y uno de los primeros cebaderos de Coren, con 400 cerdos. El mundo agrario que vivió él nada tiene que ver con el que heredó esta vecina de Maceda. Pese a los cambios y dificultades, la ganadera mantiene a sus 54 años uno de los rebaños más grandes y espera poder aumentarlo. Ahora tiene un empleado, pero estuvo al frente de la explotación ella sola durante mucho años, y a cargo de un hijo. «Precisamente porque o pasei moi mal non quero renderme agora, non quero que isto morra», defiende.

Pilar Suárez es veterinaria. Estudió la licenciatura en León y trabajó en el saneamiento público de explotaciones de toda la provincia. Convivió no solo con los animales de los demás sino con los miles que tenía en casa. «Sempre estiven relacionada ca explotación familiar, gustábanme máis as vacas pero na casa meu pai tiña ovellas, era o que había», bromea. La ganadera destaca que Galicia no tiene mucha tradición de ovino y tampoco la comarca de Maceda. Quienes tenían ovejas en casa era en rebaños pequeños como complemento a la producción vacuna o de leche. Sin embargo, su padre fue de los primeros que decidió vender las vacas para apostar por las ovejas, de raza mestiza. En el 2013 falleció y Pilar no dejó que el rebaño desapareciese. En aquel momento heredó 900 animales y durante unos años compaginó el trabajo como veterinaria con la explotación. Separada y con un hijo, llegó un punto en el que fue imposible compatibilizar todo. «Quixen que isto non morrera porque os grandes rabaños estanse acabando, practicamente non quedan», apunta. Tan solo se le viene a la mente el de otro vecino de Maceda, que tiene el grupo más grande de ovella galega, con 600 cabezas, y está a punto de jubilarse.

El principio de su etapa como ganadera no fue fácil. Pilar relata que tuvo problemas sanitarios «bastante fortes» y un año decidió no recriar, lo que todavía le pesa porque hay un porcentaje alto de mortalidad. «Comprei rabaños dúas veces e parecía que viñan sas; cando chegaron aquí non padecían pero si o transmitiron», recuerda. Su rebaño menguó hasta las 500 actuales. Sigue siendo uno de los más numerosos de Galicia. Pilar asegura que el sector ovino «ten moito potencial pero non tiran del para que saia».

Por una parte, los animales son casi «bombeiros». Limpian y mantienen en buenas condiciones el monte, algo que, incide Pilar, es muy valorado actualmente por las administraciones. Por otra parte, asegura que en los últimos años ha mejorado el precio de la carne. Confiesa que la demanda es minoritaria con respecto al consumo de vaca, cerdo o pollo. El cordero se compra sobre todo en fechas puntuales, como fue recientemente la Navidad, el entroido o épocas de fiestas como bodas y bautizos. Sin embargo, al ser pocos los ganaderos dedicados al sector pueden beneficiarse más del precio. «Os que quedamos espero que poidamos vivir algo mellor disto», asume. Ella trabaja con un solo tratante de Pontevedra y comercializa la carne para toda Galicia. Aun así, la ganadera defiende que desde las administraciones se podría intervenir más por un precio digno de la carne para que la dependencia de las subvenciones fuese menor. «É imposible vivir sen axudas pero eu querería vivir só do meu traballo», sentencia. Pese a haber pasado una época complicada, Pilar confía más en el sector ovino y está trabajando para aumentar más el rebaño.

Mastines, vallas eléctricas y un pastor para intentar evitar los ataques del lobo

Durante muchos años, la vecina de Maceda atendió sola a su rebaño en Cimadevila. Ahora cuenta con un trabajador tras una difícil búsqueda. Para una persona es complicado atender a 500 animales a diario, sobre todo teniendo en cuenta los recientes ataques del lobo. Pilar ya sufrió tres. En el más grave perdió 25 ovejas: «Foi nunca finca cerca da granxa, a plena luz do día, ás dúas da tarde, cando non estaban os mastíns». En otra ocasión le mataron cinco machos y, una tercera vez, otros tres.

Solicitó las ayudas existentes para tomar medidas de protección. Cuenta con una red electrificada con pastores, tiene tres mastines por los que recibe 200 euros para pienso y también se le concedió la subvención para contratar a una persona que acompañase a las ovejas. Tuvo un pastor el año pasado y este continuará. Para ella, la herramienta más eficaz hasta el momento fueron los mastines. «É complicadísimo encontrar xente incluso para ser pastor», asume Pilar. Así que ella acude cada día a la explotación aunque sea para asegurarse de que todo está bien. Entiende la falta de relevo generacional en las granjas porque estar al frente es un trabajo diario, pero cree que para los empleados contratados las condiciones han mejorado mucho. «Teñen horario, vacacións e extras como calquera persoa», apunta. Aún así, en el campo sigue siendo un factor clave la vocación. Tanto por el sector primario como por la propia vida en el rural. Ella al menos ve facilitado su trabajo al ser veterinaria, ya que puede atender a sus animales. En toda Galicia solo hay un profesional especializado en ovino por las agrupaciones de defensa sanitaria.