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El Rolls Royce de los pianos se va

María Cobas Vázquez
MARÍA COBAS O BARCO / LA VOZ

O BARCO DE VALDEORRAS

lolita vázquez

La artista serbia Sara Marianovich regresa a Madrid tras vivir dos años en la capital de Valdeorras

12 oct 2016 . Actualizado a las 13:17 h.

Llegó por amor y se va por trabajo. Volverá, regresará con frecuencia precisamente por ese amor que la trajo la primera vez (y que ahora es su marido) y también por las muchas amistades que hizo aquí. La pianista serbia Sara Marianovich se muda de nuevo a Madrid, la ciudad en la que vivió durante 15 años. Necesita apostar su carrera. «A veces hay que sacrificar cosas», reconoce con lágrimas en los ojos.

Cuenta que no fue una decisión fácil. Su pareja se queda aquí (también por trabajo), así que le tocará seguir viajando con frecuencia, aunque ahora en lugar de hacerlo para trabajar, será por amor. Aunque se emociona al pensar en la distancia, reconoce que sabe que no son la primera pareja a la que le toca vivir separados de lunes a viernes para poder atender a sus profesiones. «Nos veremos los fines de semana», señala. El dónde dependerá un poco de la agenda de conciertos, y también de las ganas de viajar. «Nos gusta mucho conocer pueblos, así que muchas veces seguro que quedamos a medio camino y vamos conociendo sitios nuevos», señala la artista.

También volverá a Valdeorras. No solo por su marido (aunque, claro, es la principal razón, resalta) sino también por los amigos que aquí ha hecho. Dice sentirse «querida y arropada» y señala que «los vínculos los hacen las personas, no los convenios». Se refiere entonces al que hace dos años -cuando llegó- firmó con el Concello de O Barco para la cesión de un local para ensayar a cambio de ofrecer varios conciertos. Se acaba esa etapa, porque con ella se va su Steinway & Son, una de esas piezas que se consideran «los Rolls Royce de los pianos», como ella misma lo definió cuando llegó a Valdeorras.

Vivir en una zona con malas comunicaciones en transporte público la obliga a desistir de su idea de continuar en Valdeorras. «Se me ha hecho imposible hacer mi trabajo, por los viajes», añade. Dice que plantearse coger un vuelo moviéndose en transporte público desde el oriente ourensano es casi una odisea, y que al final llegaba a sentir verdadera «angustia» cada vez que se producía un retraso ante la perspectiva de no llegar a tiempo para cumplir su contrato. Además, asegura que muchos de sus proyectos se quedaron aparcados por la distancia.

«Noto que la gente no me toma en serio, que cuando pido una cita en las Administraciones para presentarles algún proyecto, me dan audiencia para tres meses después... Es como si la gente pensara que al venirme a Galicia me había retirado ¡y nada de eso! -añade-. Antes tenía una media de dos o tres conciertos a la semana, pero al estar lejos, la gente no cuenta contigo. No te van a llamar para un concierto si saben que tienen seis horas de viaje en transporte público; y tampoco he podido seguir con la actividad en los colegios que tenía en Madrid, que quiero retomar». Cuenta que todavía quiere seguir con una intensa actividad de conciertos «al menos 10 o 15 años más». Alguno, asegura, será de nuevo en el Teatro Lauro Olmo barquense.

Después ya será el momento de tomarse la vida con más calma. Y entonces será cuando, tal vez, toque volver a Valdeorras. «Igual regreso para jubilarme», dice entre risas. Asegura que la zona le encanta, que se ha sentido muy cómoda viviendo aquí y que le gusta la gente. Valora de manera especial, dice, la seguridad. La idea de volver a Madrid le da algo de respeto en ese sentido. «Hay zonas en las que de noche no es muy recomendable andar sola», dice. Lo que no le cuesta es cambiar de ciudad, andar por el mundo. Habituada a mudar su residencia, antes de Madrid, esta serbia de Belgrado había estado residiendo en Italia. Después decidió regresar a su país, hasta que el amor le situó en el mapa Valdeorras.