Cambiaron Holanda por O Bolo: «La gente y el lugar son perfectos»

O BARCO DE VALDEORRAS

Los hermanos Damiri abren en O Barco un local de comida neerlandesa y marroquí
15 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La pandemia, como a muchos otros, les cambió las vidas a los hermanos Fairuz y Mahdi Damiri. «No queríamos vivir con tantas restricciones, sino rodeados de naturaleza, que nuestros hijos pudieran disfrutar de la vida al aire libre», recuerda Fairuz. Ella, al igual que Mahdi, nació en Países Bajos y allí seguía viviendo cuando estalló la pandemia. Una vez que se abrieron las fronteras, buscaron un lugar al que mudarse. Un amigo del marido de Fairuz les señaló Valdeorras en un mapa. Tenía una casa en una aldea de O Bolo y les describió un lugar idílico, así que vinieron a comprobarlo. Y les atrapó. Los hermanos y sus familias hicieron las maletas y se mudaron. De eso hace dos años y ambos coinciden en señalar que fue una buena decisión, la mejor.
Hablan maravillas del lugar. «En Holanda no hay montañas», destaca Mahdi, que se confiesa enamorado del paisaje. También su mujer y sus hijos lo están, al igual que sucede en casa de Fairuz. Ella valora el entorno, pero sobre todo, la gente. Aunque su dominio del español es todavía muy limitado, dice que ese nunca fue un problema para entenderse con sus vecinos. «Al principio nos comunicábamos con gestos y ahora, aunque me cuesta hablar, ya entiendo casi todo», cuenta ella en inglés. «La gente es maravillosa, desde el primer momento nos acogieron muy bien y nunca falta quien te ofrece lechugas de su huerto o unos huevos de sus gallinas», añade. Aquí la comunidad se ayuda y la gente mantiene fuertes vínculos familiares. «La gente visita a los abuelos los fines de semana, algo que pasa en Marruecos [país donde nacieron sus padres y en el que están sus orígenes], pero no en Holanda», explica. Aquí volvió a sentir la pertenencia a la tribu.
Si los adultos se han integrado, mucho más sus hijos, que ya dominan a la perfección el idioma. Estudian en el colegio Manuel Respino de A Rúa de Valdeorras. «Los profesores se implican muchísimo, les dan clases de apoyo, estamos encantados», señala Fairuz. Su hija mayor, de siete años, sufre un retraso madurativo derivado de una grave infección sufrida cuando tenía apenas año y medio. «Desde que está aquí la evolución es constante, está muchísimo mejor», señala. Habla de cuestiones académicas pero también de los beneficios que le reporta el contacto con la naturaleza.
Ya tienen casa en propiedad y ayer mismo pusieron en marcha su primer negocio. Fairuz y Mahdi están detrás de Damiri, un mundo de sabores, un establecimiento de comida para llevar ubicado en la calle Marcelino Suárez de O Barco de Valdeorras. Ofrecen delicias dulces y saladas llegadas de muy lejos. Para comenzar proponen msemmen, una crep rellena de carne y verduras condimentada con auténticas especias marroquíes de Mama Darimi, la matriarca, que es una gran cocinera y de la que aprendieron sus hijos. «Ella hace la mezcla para nosotros», cuenta Fairuz. El nombre de Damiri es un homenaje a su padre, recientemente fallecido. Su viuda vive a caballo entre Países Bajos y Marruecos, aunque desde hace dos años realiza muchas vistas a Valdeorras para estar con sus hijos y sus nietos. Para el punto dulce, la propuesta son los stroopwafel (dos galletas hechas de gofre unidas por un relleno de caramelo) y los poffertjes (una masa frita que puede llevar cobertura de chocolate, nata o fresas naturales), dos propuestas golosas que echaban de menos de su vida en el país de los tulipanes.
El negocio que ayer abrió sus puertas es el resultado de muchos meses de trabajo. Es su apuesta de futuro, porque tienen claro que se quedan, aunque no han roto vínculos con Holanda. Fairuz y su marido se turnan para viajar a su país de nacimiento para atender su autoescuela.
El polo de emprendimiento ha asesorado a más de 150 proyectos
Para sacar adelante su proyecto, los hermanos Damiri trabajaron de la mano de los técnicos del polo de emprendimiento de O Barco de Valdeorras, que tiene su sede en la Casa Grande de Viloira. A la oficina llegan emprendedores que tienen clara su idea de negocio, en base a su propia experiencia o formación, y necesitan apoyo o asesoramiento para saber cuáles son sus opciones o la manera más ágil de tramitar las cuestiones burocráticas. En otros casos los usuarios ni siquiera tienen definida la idea o simplemente barajan la posibilidad de convertir una afición en un negocio. «Analizamos con ellos si puede ser rentable o si tiene que quedarse como un entretenimiento», explica Natalia Cordero, técnica del polo. El objetivo es evitar que posibles negocios con futuro se queden en el tintero porque sus promotores no saben cómo darle forma y también el caso contrario, que alguien apueste por una idea sin futuro.
La oficina, en la que trabaja junto a Félix Mariño abrió sus puertas en octubre del 2023. En este tiempo los dos técnicos han tutelado un total de 154 proyectos y son más de 130 las personas beneficiarias. Algunos abrieron sus propios negocios de cara al público, como una tienda de ropa o un centro de entrenamiento personalizado, mientras que en otros casos se trata de autónomos que se dieron de alta y realizan trabajos de jardinería o de desbroce de fincas.
«Una vez que el negocio está en marcha seguimos visitándolos de vez en cuando. Te gusta ver que abren, pero sobre todo comprobar que funcionan», señala Cordero.